Guerras piráticas de Filipinas contra mindanaos y joloanos (fragmento)Vicente Barrantes
Guerras piráticas de Filipinas contra mindanaos y joloanos (fragmento)

"Yo soy el sultán Majumat Sarpudin, hijo y nieto de innumerables sultanes de Joló y sus posesiones obedientes.
Concedo mi favorable licencia á Tuá Nurong, y sus treinta y siete compañeros, para que pueda trasportarse a Manila a efectos de comerciar, y ruego á mi muy caro el Gobernador de Filipinas y cuantos oficiales encontraren por mar y por tierra, abran el camino á la embarcación, que así es mi deseo, en prueba de lo cual pongo este sello.
Las cartas del anterior sultán y las de éste son de un estilo muy bajo. El que ponía las cartas era regularmente un indio renegado ó algún desertor mejicano, y el que estaba en ejercicio solía llamarse Ministro secretario. Sobre este asunto de los pasaportes ocurrió por entonces un incidente curioso, que pinta á lo vivo, al mismo tiempo que la mala fe, la cándida astucia de los joloanos. Una embarcación que había salido de aquellos dominios cargada de pimienta, cera,
etcétera, con destino a Manila, se quebró en una de las Calamianes, y enterado el sultán de que el alcalde retenía a la tripulación en calidad de presa, porque sólo llevaba pase de un Sarip, escribió al Sr. Marquina diciendo que no era este motivo para prenderlos; pues realmente eran vasallos suyos, comprometiéndose, a fin de evitar que los llanos u otros piratas se aprovechasen del nombre joloano, á mandar a Manila veintidós diplomas sellados y firmados que se distribuirían á las provincias circunvecinas á Joló, para que tuviesen los alcaldes conocimiento del sello y documentos que debían llevar los buques; bien entendido que todo el que careciese de ellos no era de los dominios de Joló. Fue lo más curioso que reclamados a Calamianes las diligencias y los individuos en cuestión, solo dos venían incluidos en la lista remitida por el sultán, siendo los demás vasallos de Borneo y no de Joló. A pesar de esta falacia descubierta, se les puso en libertad, y los diplomas ó patentes fueron distribuidos á los alcaldes, como el sultán pedía. Entonces también se comprometió éste á usar para las fechas de sus comunicaciones la Era cristiana y no la Hégira, declarando, cosa por cierto curiosa, que entendía mejor nuestro sistema que el suyo. "



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