Caballero (fragmento)Guido Rodríguez Alcalá
Caballero (fragmento)

"Los aliados decían que para firmar la paz era necesario que el Mariscal López se vaya del país; que se vaya en Europa o donde quiera, que se lleve todo lo que quiera, pero que salga. Pero esto no podía ser, como le dijo López, porque si a mí me ha elegido el pueblo paraguayo, solamente el pueblo paraguayo puede decirme que me vaya, esa es la única opinión que cuenta, y como el pueblo me apoya, no puedo abandonarlo. También le dijo que era muy injusto; que lo menos que podían hacer los otros era respetar a un jefe de estado como él los respetaba a ellos; al fin y al cabo nunca había querido decirles al Emperador o a Mitre que salgan de su puesto.
Washburn le dijo que tenía toda la razón del mundo, pero que los otros estaban dispuestos a echarlo por la fuerza, y que entonces resultaba mejor, para que no sufra el pueblo paraguayo, terminar de una vez con esta guerra, haciendo ese sacrificio; pero entonces López le contestó que si querían echarlo que lo echen, pero hasta el momento no parecía que podían, porque los tres meses que dijo Mitre al comenzar la guerra se iban convirtiendo en tres años.
Washburn le dijo entonces que pensara, porque eran tres países más grandes que nosotros con un ejército más grande, y que a pesar de todas las bajas que les hicimos seguían reforzándolo con 2.000 soldados al mes o incluso más, mientras que a nosotros se nos estaban terminando los soldados y además las armas, mientras que ellos seguían trayendo encorazados, monitores, rifles de aguja, cañones de retrocarga y globos de observación de Europa y de los Estados Unidos; que cada vez tenían más armamento y más soldados mientras que nosotros teníamos menos, y que así no podíamos ganar de ninguna manera.
López le dijo entonces que era cierto, pero que también estaba la política, esas dificultades de que tenían hablado, y entonces le contestó el norteamericano ese que no estaba tan seguro, porque al fin y al cabo ese problema entre Inglaterra y el Brasil ya se había solucionado, y entonces ya no iba a haber guerra entre ellos como se pensaba, y hasta le prestaban plata al Emperador -justamente la plata con que pagaba la guerra... Y tampoco estaba floja la posición de Mitre, porque cuando se fue en Buenos Aires lo recibió todo el pueblo; no era cierto que de un momento para otro había revolución, como nos decían nuestros informantes desde Buenos Aires... Cierto que el campamento aliado no era perfecto, pero con todo estaba bastante bien, y hasta tenían un piano de nuestras posiciones que se lo habían dado, y que Washburn nos mostró allí mismo para mostrarnos que el enemigo sabía muy bien lo que teníamos y lo que no teníamos; era casi perfecto. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com