Elda y Angotea (fragmento)Aleksandr Grin
Elda y Angotea (fragmento)

"Después de ponerse de acuerdo ellos salieron, se montaron en el automóvil y se dirigieron a las montañas de Terincur. Durante el viaje, que duró solamente una hora y media, Elda estaba callada; no le interesaba nada fuera de los límites que trazó Gotorn, y que ella consideraba que era técnicamente suficiente. Tenía la vista fija en el camino inmersa en sus pensamientos. Cuando el carro avanzaba por la carretera que corría por el borde de un precipicio con un bosque abajo y los arroyos cayendo lentamente, Gotorn iba a atraer su atención a la ruda belleza de este paisaje.
[...]
Ella se encogió de hombros y esquivó la mirada. Deseaba terminar con esta historia fúnebre lo más rápido posible y regresar. Llegaron en silencio a la casa y después de pasar por tres desordenadas y sucias habitaciones quedaron frente a una puerta semiabierta por donde se veía el adelgazado rostro de Ferguson con su barba canosa recostado sobre las almohadas.
Gotorn divisó la figura del doctor que ya estaba sentado, encorvado en su silla, situada de la forma tal que desde esta habitación con las persianas cerradas se veía claramente el cuadro de la puerta abierta.
Elda respiró hondo.
-Tengo miedo -murmuró, pero enseguida, empezando a cambiar sutilmente, se acercó tanto a la luz de la puerta que su cara se iluminó.
Su pie movió los dedos tres veces, ella contó en silencio: uno, dos y tres. Después, con la cara bañada en lágrimas, llorando y sonriendo, corrió hasta la cama.
El doctor se levantó sin darse cuenta, con un escalofrío, igual que Gotorn, liberado de la tensión de la espera por la transformación perfecta de Elda. El peso se había desaparecido. Ferguson estaba en buenas manos, expertas y hábiles. "



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