La vida de los árboles (fragmento)Tracy Chevalier
La vida de los árboles (fragmento)

"Robert recogió el rastrillo y fue amontonando el heno en lo que acabaría siendo un almiar. No hizo más preguntas, porque no tenía el menor interés en hacer caso a rumores sobre unos árboles gigantescos en los que nadie había posado la mirada. Era muy probable que aquel hombre estuviera repitiendo descripciones de los pinos de tronco rojo que Robert había visto en la costa. A cualquiera le llamaría la atención su altura y diría que eran gigantescos. Robert había visto árboles que, según sus cálculos, pasaban de los cien metros de altura. ¿Y decía que tenían el tronco el triple de ancho que el típico pino de tronco rojo? ¿Qué significaba típico? Robert había visto pinos de tronco rojo muy altos y también árboles pequeños de diez años, que se parecían a los pinos y también tenían la corteza roja.
En cualquier caso, no olvidó las palabras de aquel hombre. Aunque impreciso con respecto al tamaño, al menos había sido muy claro sobre la situación, en las cimas de la Sierra Nevada y no en la costa. Robert no había visto pinos de tronco rojo a más de ochenta kilómetros de la costa, y le desconcertaba que pudiera haberlos tan lejos del mar.
Cuando acabó la época de la cosecha y llegó el momento de marcharse a otro sitio no se dirigió al norte ni al oeste para buscar trabajo, sino hacia el sur y el este: cruzó los ríos Mokelumne y Calaveras y llegó al Stanislaus sin siquiera admitir ante sí mismo que era ahí adonde se dirigía. Empezó a seguir la corriente montaña arriba, hacia sus fuentes, y muy pronto comprobó que el rumor tenía fundamento. «Pues claro que hay árboles gigantes», le dijo un hombre que trabajaba para la Union Water Company. «Los encontró un cazador que abastece de carne a la compañía. Iba persiguiendo un oso pardo por allí arriba y se encontró con un bosque en el que crecían los árboles más grandes del mundo. Lleva todo el año sacándole mucho partido a esa historia. Yo creía que a estas alturas todo el mundo la sabía. ¿Dónde andabas metido?».
Aquel hombre tampoco había visto los árboles con sus propios ojos, pero le dio unas indicaciones tan detalladas para encontrar el bosque que Robert se convenció de que la historia tenía algo de verdad. Seguía pensando que los árboles debían de ser los pinos de tronco rojo que ya conocía, solo que inusualmente anchos y alejados de la costa. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com