La pesadilla del Marabú (fragmento)Irvine Welsh
La pesadilla del Marabú (fragmento)

"Nuestro primer hogar en Suráfrica fueron algunas habitaciones de la gran casa del tío Gordon en los suburbios del noreste de Johannesburgo. Al tío Gordon le gustaba decir que estábamos «todo lo lejos posible de Kaffirtown (Soweto) sin dejar de estar en Jo’burg».
Aunque yo no era más que un niño, la impresión que me daba la ciudad era la de un lugar moderno triste e inhóspito. Desde el cielo resultaba espectacular al dar vueltas sobre ella cuando íbamos a aterrizar en el Aeropuerto Internacional Jan Smuts, que llevaba ese nombre, me dijo John con orgullo, en honor de un militar surafricano que había sido un gran colega de Winston Churchill. Sólo cuando la vi desde el suelo me di cuenta de que no era más que otra ciudad más y que todas tenían mejor aspecto desde el cielo. Visto de cerca, el centro de Johannesburgo no me parecía otra cosa que un enorme Muirhouse-al-sol. Los viejos puebluchos mineros proporcionaban un menguante telón de fondo a los feos rascacielos, autopistas y puentes que habían sustituido desde hacía mucho a las chabolas de los primeros pioneros buscadores de oro que levantaron la ciudad. Estaba muy desilusionado, pues mamá me había contado en el avión que la llamaban la Ciudad de Oro, y yo esperaba que las calles estuvieran literalmente empedradas de oro y que los edificios también estuvieran compuestos de oro.
La casa de Gordon en Kempton Park era desde luego bastante salubre, pero lo único que parecía haber al final de su avenida era una carretera bordeada de árboles que conducía hacia más casas y terrenos. No había chavales jugando en las calles desiertas; aquel lugar estaba muerto. Yo me quedaba en casa la mayor parte del tiempo, o jugando en el jardín, merodeando con Kim. Pero aún con todo, estaba bien: había muchas cosas que ver alrededor de la casa. "



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