Los murciélagos no son pájaros (fragmento)José Luis Castillo-Puche
Los murciélagos no son pájaros (fragmento)

"Esta pesadilla tiene muchas variantes, y sobre todo la de los murciélagos, y en ésta siempre hay una especie de redondel formado por murciélagos vigilantes, que me vigilan a mí, aunque sea de día, y son unos murciélagos demasiado grandes, quizás son como cuervos pero en forma de murciélagos. Otras veces, voy corriendo, más bien cuesta abajo, y entonces quiero detenerme para tomar unos apuntes, hacer un boceto de una procesión macabra que cruza la rambla; pero alguien no me permite detenerme, me lo prohíben terminantemente, me empujan, me obligan a continuar, y quienes me obligan son unos demonios con un cuerno retorcido en medio de la frente, o sea, unos demonios unicornios, lo cual me extraña muchísimo porque siempre he visto y sabido que los demonios tienen dos cuernos, por ejemplo los que había en aquel cuadro de las ánimas del purgatorio que teníamos en casa cuando yo era pequeño, en el cual había unos demonios con cuernos y rabo, y había también llamas de azufre, y murciélagos, y hasta ratas voladoras; pues en este sueño o pesadilla en el que los demonios no me permitían dibujar, ni siquiera sacar el rotulador que llevo siempre en el bolsillo, aparecía de pronto un señor que era como un protector o defensor mío, era más bien un señorito con sandalias blancas y voz un poco afeminada, pero me defendía y echaba a los diablos, que parecían temerle y huían, y entonces el señorito decía: "Es intolerable, es intolerable", "Al profeta hay que dejarle tomar sus notas", y yo que me veía llamar profeta quería protestar, pero la voz no me salía o nadie me hacía caso, nadie podía oírme y me callaba un poco avergonzado; y cuando ya quería empezar a dibujar, y ya tenía el permiso y la protección del joven de las sandalias blancas, sucedía lo que sucede en todas las pesadillas, que algo me faltaba, me faltaban el papel y las pinturas, y entonces yo buscaba a mi alrededor y no podía encontrar papel ni lápices, y mi cara de angustia hacía que el señorito de las sandalias acudiera de nuevo en mi ayuda, porque este señorito debía de ser un ángel o hacía al menos el papel de ángel, y enseguida me proporcionaba no solamente papel sino hasta un tablero y muchos lápices de colores; pero entonces yo quería ponerme a dibujar y no podía porque soplaba un aire fortísimo que se llevaba el papel y los lápices y hasta me llevaba a mí.
Me hubiera gustado poder tomar apuntes de estas procesiones porque hubieran sido unos atisbos dignos de Solana. A veces, esta procesión se detenía como cuando en una película se para la máquina, y yo podía ver que eran unas procesiones formadas por seres no solamente deformes, sino que eran seres mutilados a los que les faltaba incluso la cabeza, o un brazo, o los dos brazos, o las piernas, y a veces eran ahorcados que llevaban la soga cogida con sus propias manos; otros eran fusilados, que se arrastraban por el suelo como si los hubieran dejado con un resto de vida; también había cabezas sueltas y manos que giraban por sí mismas en el aire, otras veces las cabezas iban colgadas de palos o picas y los cabellos les caían lacios y mojados quizá de sangre, de su propia sangre; algunas manos aparecían cortadas pero llevaban bien sujeta la bolsa del dinero; también algunas cabezas escupían sus propios dientes como si fueran piedrecitas, y en los pies, muchos, llevaban grilletes y chorreaban sangre.
Yo pintaba, me ponía a pintar convulso y apresuradamente y, de hecho, algunos dibujos míos parecen realizados durante una de estas pesadillas, y a veces cuando los repaso no sé si reflejan un sueño o son producto de mi imaginación, que ya no sé cuando sueño despierto ni cuando sueño dormido. A veces siento que los murciélagos voladores me rozan la cara, y los espanto a manotazos, pero al rato escucho unas carcajadas horrendas. "



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