El libro de la vida trágica del cautiverio (fragmento)Manuel Ciges
El libro de la vida trágica del cautiverio (fragmento)

"Pasaban lentos y monótonos los días y el hastío, fiel compañero del aislamiento, había tomado plena posesión de mi espíritu. Si intentaba leer, los ojos permanecían fijos horas enteras en la misma página, en tanto que la imaginación erraba por ideales espacios. Si quería pasear el tedio, la angostura del recinto me mareaba á las dos vueltas. Si me detenía en la puerta, la ancha franja cerúlea me despertaba al contemplarla secretas angustias, viejos anhelos de libertad frustrada, que aumentaban al caer de la tarde.
Los hondos pesares venían con las sombras de aquellos melancólicos anocheceres. Desde la hamaca veía la aparición de una temprana estrella, en el trozo de firmamento que empezaba á palidecer con la proximidad de la noche; nueva legión de inválidos pasaba y repasaba por la plaza, sonando sus muletas y sus toses secas ó cavernosas, y desde el calabozo vecino solían llegar tristes canciones aprendidas en la niñez y repetidas con nostalgia en el cautiverio. ¡Con qué rapidez revivía entonces los años pasados, gozando los momentos dichosos, afligiéndome los desdichados, interesándome en las disputas infantiles como si ante mí estuviesen los dos opuestos bandos de minúsculos amigos y adversarios!
De estas silenciosas evocaciones me sacó una noche el tintineo de las llaves. Oficial, llavero y escolta, se detuvieron ante la puerta. Salté sobresaltado creyendo que venían por mí, pues no eran aquellas horas de que el juez me esperase… también era muy temprano para que me trasladasen al lugar de los sacrificios, si las sospechas del galleguito tenían fundamento. "



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