Madrid, escenas y costumbres (fragmento)José Gutiérrez Solana
Madrid, escenas y costumbres (fragmento)

"Fuera de las barracas vemos cuadros con cartas de certificados de las celebridades médicas de Europa, que atestiguan con su firma la autenticidad y rareza de estos fenómenos que acabamos de ver.
Es una tarde de sol y tomamos el tranvía para ir al Rastro, que baja por la calle de Toledo, y contemplamos los puestos de los vendedores ambulantes de frutas, las pilas de melones, los mostradores de tijera, con percales, chambras y pañuelos de colores chillones, de los que llevan al cuello los chulos y las chulas á la cabeza. Todos estos puestos de baratijas se amontonan junto á la catedral de San Isidro. Recorremos las calles del Peñón, de las Velas, Mira el Río, callejón del Mellizo, de las Amazonas, Cuesta de los Cojos; todas estas calles, que son las de más carácter de Madrid, con fuentes de pilón y escalerillas de piedra donde cosen las porteras, sentadas en sillas, y los chicos del barrio juegan al toro. Nos encontramos en la Ribera de Curtidores. Allí, arriba, se ve la casa llamada el Tapón del Rastro. En la calle del
Carnero, en una casa humilde, paraba, cuando toreaba en Madrid, el espada Tato; y las chicas del barrio, que son pequeñitas, pero muy bien formadas, salían á los balcones á verle ir camino de la plaza á matar toros. La cuadrilla y los picadores esperaban abajo en la calle, y su querida salía al balcón, con una bata y los brazos desnudos, redondos y sonrosados, á despedirle, tirándole un beso con la mano; y el matador bajaba los tramos desiguales de la pobre y humilde casa donde vivía, saludaba á los vecinos y hablaba con los porteros, y, entre un corro de chicos de la calle que le tiraban de la capa y de los alamares de la chaquetilla, subía al coche de la cuadrilla, con el puro en la boca, desde el cual arrojaba un montón de perros. "



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