Gafas de ciego (fragmento)Xavier Franquesa
Gafas de ciego (fragmento)

"Reposaba el sillón, reposaba de nacimiento; pero ella, más ligera que una pluma con estos y otros pensamientos, cruzó más si cabe las piernas en señal de que aceptaba su ingravidez, la naturaleza ligera de las ideas. ¡Qué ironía! Reía hacia dentro, pero no era capaz de mirarse otra vez al espejo, de encarar un reflejo que la observaba sin malicia muy cerca, casi enfrente. Cruzar la mirada con aquella desconocida y su perro, simetría perfecta en plena sequía sentimental, en la más completa ausencia de emociones, era tentar la discreción, reiterar el cruce de recriminaciones y por último de malos pensamientos.
No, no hablaría, y negaba con la cabeza, no lo haría primero, esperaría, pediría permiso, así es como se comportan los objetos significativos engalanados para la ocasión, cuando un objeto representa a otro objeto que no sabe hablar porque ignora si ha de hacerlo dadas las circunstancias. Pero, y preguntárselo siempre sale a cuenta, ¿cuál era la causa de su inactividad, de la parálisis que se había apoderado de su preciosa cabeza? Porque el desvarío seguía a lo suyo, no por casualidad Yvonne lo había puesto a trabajar en busca de un remiendo para entrar de nuevo en el apartamento, de una vulgar chapuza, una cualquiera, capaz de enlazar el antes y el después, de volver a tender la cuerda floja de la rutina.
No era fácil. Yvonne deseaba anticiparse a los hechos y el tiempo real se convertía entonces en una ciénaga impracticable. Atrasar el reloj a las ocho de la mañana remontando el curso de los acontecimientos… Casi nada. Se dice pronto. Y como el ser humano es estúpido por naturaleza no renunció a su parte de culpa. "



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