A Vasko Popa en Roma "Me desagrada Roma", comentaste en francés, "con su orgullo imperial". Pero tú eras el menos imperioso de los hombres, en verso y en persona. Nos vimos sólo en otra ocasión, y parecía claro que tus días estaban contados, vida y muerte en un terco desfile de cigarrillos. "Como un príncipe exiliado", decían, mas la imagen no casaba con alguien insensible al imperio. Te habías exiliado, sí, pero de ti mismo, arrumbando ironías y entusiasmos perplejos, buscando un equilibrio casi físico -tu cuerpo propendía a la gordura- entre el rigor francés y el exceso italiano, mientras nuestro intercambio mezclaba los idiomas en busca de palabras capaces de expresar el placer del encuentro. Y ya que hablo de príncipes... recuerdo haberte oído, "Me han dicho que Ted Hughes", (medianoche en el parque de los Borgia) "vive como un príncipe". "Es cierto", repliqué, "si la hospitalidad está en sus planes, y si eres su invitado o su amigo, eres tú quien vive como tal". Con paso concertado, abominando de la melancolía que engendran las ciudades -nada omite su generosidad- extraías tu angustia de un filón de riquezas a punto de agotarse. Hoy, de regreso a Roma, me es fácil suponer tu acuerdo si dijera que la ciudad compensa con creces su arrogancia, tal es su resplandor, semejante al bramido que la fuente de Trevi esparce por las calles: y que tales estratos de agua y piedra tallada - metamorfosis sobre tierra firme- son otra forma de poesía, y nosotros los huéspedes de la imaginación. Mas la imaginación propone lo que no necesita demostrar y, también, más allá de los hechos y las palabras, lo imposible: bajo la luz y el aire del otoño romano ya nunca cruzaremos juntos este paseo." epdlp.com |