Memoriales de las Indias Australes (fragmento)Pedro Fernandes de Queirós
Memoriales de las Indias Australes (fragmento)

"Cansado de bien largos caminos y trabajos y de lidiar con hombres, al fin con hombres, y con ciertos otros que según lo que me pasó con ellos les debió de parecer que V.M. sólo tiene poder para criarlos a ellos y que a V.M. ni le importa otra cosa más de solo aquello poco que tiene fiado de ellos, y que sólo ellos son los que bien sirven a V.M., llegué a esta Corte volando por mi recurso, y luego que aquí llegué me fue preguntado que quién había de dar las cuentas de la entrega que se me hizo? Respondí, Señor, y respondo, por cierto: jamás las temí ni temo, y para que luego sean vistas las doy en la manera siguiente.
Yo pedí a V.M. un pequeño navío y V.M. fue servido mandar al Virrey del Pirú me diese dos a mi satisfacción, y a su proporción todo el despacho, con gente de guerra y mar, como lo dicen las cédulas. Estos dos navíos escogí medianos, con una lancha acomodándome en cuanto a la necesidad de la obra, o por mejor decir, me concerté con la razón. La gente de guerra y la de mar, que también sirvió de guerra, llevé pagada al mismo sueldo que se da en las armadas del Callao, siendo costumbre para tales descubrimientos darse un cuarto y un tercio de más paga, por manera que en sola esta templanza ahorré dos tanto gasto de la caja, y no por lo otro se debían hacer mejores efectos, más antes y de creer que si los navíos fueran mayores, que sería más la tardanza del despacho, y por cuanto, si lo referido arriba, más la costa y más peligro del viaje, o no salir aquel año y ser en vano lo gastado.
Supuesto que del gasto que se hizo en despacharme no quise que entrase en mi poder tan solo un peso, y que los ramos los apreciaron y pagaron los oficiales reales de la Ciudad de los Reyes, y que estos mismos pagaron la gente en propias manos, y que todos los bastimentos y lo demás que se me entregó lo compró y pagó el proveedor general de aquella ciudad, y que las causas de la arribada y autos della tengo en mi poder, y juntamente la relación y la información del descubrimiento y sucesos, y una memoria firmada de los oficiales reales del puerto de Acapulco, a quien(es) hice la entrega del navío y de todo cuanto tenía, y que los otros dos navíos ya Dios los sacó a salvo y avisaron de lo mucho más que descubrieron, y que todo ha sido tan próspero y provechoso como luego se verá. Y demás desto que parece se armaron en el Pirú para socorro de Felipinas, a donde fueron a portar con ochenta hombres, que si de España hubieron de ir, costarían ochenta mil y más ducados, no siendo como son aquellos, soldados y marineros, todo junto.
Al tiempo que se dio las pagas me fue forzoso fiar como pie a toda mi gente, haciéndoles primero pagar cuanto debían; y no faltó hombre pagado. Sueldo no lo recibí. Y dicen los chinos que quien en materia de dinero no engaña, que no hay que pedirle más. Oficio no lo vendí, ni cosas mías ni las negué, y sin pedirme acudí y suplí con todo cuanto era mío. Mesa de juego no la puse ni consentí jugar en tierra y mar, y hay quien dice que desto se ríe el diablo. ¿Más, yo pregunto que si el diablo se ríe de quitarle de las uñas los males, daños y escándalos que son los frutos del juego, que sí llorara por todas cuantas ofensas se hacen a Dios jugando días y noches? Plazas vivas ni muertas, de una sola no me valí, ni se hallará de haberme aprovechado de un solo ochavo, ni dádiva de un maravedí, ni de cosa que lo valga, ni que cuando salí de Lima pude comprar un pañuelo, y se hallará que en aquella ciudad se me apuntó darme ciento, y se dijo que doscientos mil pesos porque dejase la empresa. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com