No llores pequeño (fragmento)Ngugi wa Thiong'o
No llores pequeño (fragmento)

"Mucha gente había acudido a la concentración convocada para el primer día de huelga. Habían desfilado al interior de la explanada de la concentración como la marabunta. Todos sabían que aquel era un gran día para el pueblo negro. Ngotho también había acudido a la concentración. ¿Quién sabía si la concentración podría abrir una puerta a tiempos mejores? Y ¿le merecería la pena algún día haberse encontrado trabajando para el señor Howlands justo cuando se llegaba a un acuerdo? Así fue como se consoló a sí mismo, porque el eco de las palabras de Nyokabi seguía resonando en su mente. El barbero se acercó y fue a sentarse a su lado. Y durante todo el tiempo, el barbero no dejó de parlotear, provocando la risa de la gente. Los oradores habían venido desde Nairobi, y entre ellos se encontraban Boro y Kiarie. Boro no había conseguido un empleo fijo en Nairobi y en su lugar se había metido en política. Ngotho sintió cierto orgullo al ver a su hijo sentado entre aquellas personas tan importantes. En ese momento se alegró de haber acudido.
Kiarie habló primero, en voz baja y con pesar, e hizo un repaso de la historia. Toda la tierra pertenecía al pueblo; al pueblo negro. Esta le había sido entregada por Dios. Y es que todas las razas tenían su país. Los indios tenían la India. Los europeos, Europa. Y los africanos tenían África, la tierra del pueblo negro. (Aplausos). ¿Quién no sabía que toda la tierra de esta parte del país había sido entregada a Gikuyu y a Mumbi y a sus descendientes? (Más aplausos). Les contó cómo la tierra les había sido arrebatada, por medio de la Biblia y la espada. «Sí, así es como os arrebataron la tierra. La Biblia despejó el camino para la espada». De todo esto dijo que tuvo la culpa la estúpida generosidad de sus antepasados, que compadecieron al extranjero y lo acogieron con los brazos abiertos en su redil. "



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