La sombra del corregidor (fragmento)Sady Zañartu
La sombra del corregidor (fragmento)

"Las horas de la tarde fueron poco a poco alargando sus sombras por entre los pilares del claustro. En el lindero de la huerta, dos cipreses enhiestos cortaban los murallones en una esquina, divisándose desde el primer patio sus copas agudas que se elevaban al cielo como una ancha y funeraria cinta verde. Más cerca, en el patio del primer claustro, los almendros y durazneros, cargados de flores, cernían sobre el suelo sus pétalos como un manto impalpable, interceptado a trechos por finas randas de luz y sombra. Los dos hombres recortaban sus siluetas obscurecidas en una mancha de azul borroso. Se habían sentado a descansar en la crujía que daba al torno y junto a uno de esos muros tan gruesos que sugieren ideas de panteones disimulados.
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La época del volantín llegaba con el día del patriarca Santo Domingo -4 de Agosto- rompiendo el clarísimo cristal del cielo una multitud de estrellas, pavos, bolas, barriletes, de diversos tamaños y colores, como un anuncio augural de la cercana primavera. Marilola, convaleciente de la enfermedad que la había postrado durante los primeros meses del invierno, salía a tomar el sol al patio, donde se entretenía en seguir la fiesta aérea de los volantines, Los hilillos y cordelitos que los encumbraban se elevaban de los tejados y corrales vecinos, sin que hasta ese día hubiesen pasado de pequeñas escaramuzas los encuentros de esos misteriosos rivales, que, en sus colores rojos, azules o verdes, simbolizaban, como en los torneos de cañas y justas de caballeros, el mote por el cual peleaban. Una tarde, estando Marilola desde su silleta de enferma, embebida en observar con la mama el número y campo de acción de los contendores, vio aparecer un hermoso barrilete de más de setenta pliegos, lleno de colgaduras, que vino a enfrentar el patio donde ambas estaban, ahuyentando con su presencia inesperada a varias estrellas que escaramuceaban con menudos piques. Marilola celebró la aparición del barrilete con regocijados palmoteos haciendo conjeturas sobre su procedencia. Esa tarde no hubo mayor novedad, y, al sonar el toque de oraciones, desapareció del cielo tan misteriosamente como había venido. "



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