De mi vida (fragmento)Indalecio Prieto
De mi vida (fragmento)

"La historia íntima de Bilbao en el último tercio del siglo XIX —del Bilbao liberal cuyo desenfado culmina en el Kurding Club— está recogida fundamentalmente en "Memorias de un Bilbaíno", de José Orueta, obra de la cual se han tirado estos años nuevas ediciones; pero está por escribirse la historia íntima de Bilbao en el primer tercio del siglo XX —el Bilbao ajesuitado cuya hipocresía tiene su centro en las Universidades de Deusto—, historia que acaso la hiciesen más divertida los ricos improvisados, personajes distintos a los que Orueta evoca. Y no hablo del Bilbao posterior, porque posteriormente la villa ha perdido toda intimidad.
Aquellos millonarios producidos por la Primera Guerra Mundial constituyen una gran cantera de literatura humorística, pues están saturados de humorismo los mozos de café, los traficantes en chatarra, los violinistas, los patateros y los quincalleros que de la noche a la mañana, envueltos en dinero mediante la compraventa de acciones de empresas navieras, abandonaron sus profesiones y su comercio para formar parte de la burguesía vizcaína. No faltaron en ese ciclo los fieles que, luego de oír misa, abandonaban precipitadamente el templo antes de rezarse las oraciones ordenadas por el Papa para que concluyese la guerra, porque ellos, ¡naturalmente!, deseaban que la guerra, fuente de su prosperidad, continuara, y no querían ponerse en desacuerdo pidiendo a Dios lo contrario; ni tampoco faltó el recién enriquecido que, viendo a sus dos hijas tocando el piano a cuatro manos y conjeturando que ello obedecía a faltarles tiempo a las aprendizas para aporrear una tras otra el instrumento, manifestó colérico y rumboso: "¡Esto no volverá a ocurrir! Desde mañana cada una de vosotras tendrá un piano".
Aparte aquella turba en la que tantos tipos me eran familiares, conocí a millonarios de abolengo, poseedores de fortunas heredadas. El examen de unos y otros me llevó a la fácil conclusión de que el dinero no es base de la felicidad, si bien menos lo es la miseria. Traté a dos de estos millonarios, que llamaré clásicos, sumidos en profunda y continua tristeza. A uno se la causaban los escándalos originados por el furor uterino de su bella esposa, y tengo por ejemplo característico de la actual hipocresía bilbaína los encomios que el periodista local más pío dedicaba a cierto empingorotado sujeto que, prevaliéndose de su acceso al hogar conyugal, abusó de aquella perturbada y el cual preside una entidad que le brinda coyuntura de periódicas exhibiciones. En el Bilbao que las "Memorias" retratan se le hubiera execrado unánimemente. "



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