El intérprete del dolor (fragmento)Jhumpa Lahiri
El intérprete del dolor (fragmento)

"Había empezado a trabajar de intérprete después de que su primer hijo contrajera fiebre tifoidea a los siete años; así había conocido al doctor. En aquella época, el señor Kapasi daba clases de inglés en una escuela de secundaria, así que había utilizado sus conocimientos de idiomas para pagar las facturas médicas, cada vez más astronómicas. Finalmente, el niño murió una noche en brazos de su madre, abrasado por la fiebre, pero entonces hubo que pagar el funeral, y, al poco tiempo, nacieron sus otros hijos y se mudaron a una casa más grande, y había que pagar el material escolar y a los profesores particulares, y los zapatos buenos y el televisor, y muchas cosas más con las que el señor Kapasi intentaba consolar a su mujer y evitar que llorara mientras dormía. De modo que, cuando el doctor se ofreció a pagarle el doble de lo que ganaba en la escuela, aceptó. El señor Kapasi sabía que su mujer no tenía en mucha consideración su trabajo de intérprete. Sabía que aquello le recordaba al hijo que había perdido, y que sentía celos de aquellas otras vidas que él, a su modesta manera, ayudaba a salvar. En las escasas ocasiones en que hablaba del empleo de su marido, solía describirlo como «ayudante del doctor», como si el proceso de la interpretación fuera igual que tomarle a alguien la temperatura o vaciar una cuña. Nunca le preguntaba por los pacientes que acudían a la consulta, y jamás habría dicho que su trabajo conllevara una gran responsabilidad.
Por ese motivo se sintió halagado cuando la señora Das mostró tanto interés por su trabajo. Al contrario que su mujer, había reconocido sus desafíos intelectuales. Además, había empleado la palabra «romántico». Ella no tenía una actitud romántica hacia su marido y, sin embargo, había utilizado ese adjetivo para describirlo a él. Se preguntó si el señor y la señora Das serían un matrimonio mal avenido, igual que su mujer y él. Tal vez ellos también tuvieran muy poco en común, aparte de los hijos y una década de sus vidas. Había detectado algunas de las señales asimismo presentes en su matrimonio: las discusiones, la indiferencia, los silencios prolongados. El interés repentino que la señora Das había mostrado por él, y que no sentía ni por su marido ni por sus hijos, le resultaba un tanto embriagador. "



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