Las adelfas (fragmento)Jorge de Cominges
Las adelfas (fragmento)

"De repente, sintió un imperioso deseo de fumar. De joven había sido una gran fumadora pero el inminente riesgo de un cáncer en la lengua cuando esperaba a Arturo le hizo dejar el tabaco de la noche a la mañana, ayudada por una promesa que fue renovando cada tres meses. Mientras alargaba de forma casi automática su mano hacia el paquete de Winston de Nuria, tuvo miedo de no tener fuerzas, ahora, para sustraerse, si tornara a ser necesario, a lo que fue una avasalladora compulsión y respiró profundamente para que desapareciese de sus pulmones la aparentemente acuciante necesidad de nicotina.
Estaban todos esperando con impaciencia la llegada de Camileta. Camileta era casi una leyenda. Cuñada de una prima hermana de la madre de Sofía, casi diez años mayor que ésta, había cumplido con su sobrina las funciones de hermana mayor y mentora. Profundamente elegante, la había enseñado a vestirse bien, elegir los sombreros adecuados para cada ocasión, decidir cuándo eran o no adecuadas las pieles, seleccionar las joyas. La verdad es que Sofía, en este último punto, no había seguido demasiado fielmente sus enseñanzas. Revelaba una decidida tendencia a exagerar el número de alhajas lucidas. Parecía sentirse como desnuda si no llevaba alianzas y solitario, collar de perlas y pendientes, dos o tres pulseras y algún broche. Camileta solía ironizar sobre el carácter tan catalán de este exceso de joyería. Aunque nacida en Cataluña, llevaba la mayor parte de su vida viviendo en Madrid y dejaba traslucir una notable admiración por el talante cortesano de la capital. "



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