Los hombres que caminan (fragmento)Malika Mokeddem
Los hombres que caminan (fragmento)

"Entre aquellos dos extremos franceses del pueblo y la mellah y el ksar, estaban los edificios de la administración: la gendarmería, el ayuntamiento, las escuelas, el hospital... Una especie de no man's land desierta por las noches, cuando «los morenos parecían más morenos». Cuando cualquier moreno se convertía en un fellaga en potencia.
La mellah albergaba a la población judía. Tanto geográfica como humanamente, hacía las veces de tampón entre las dos comunidades restantes, la musulmana y la cristiana. La calle principal estaba engalanada con tiendas de paredes de colores variopintos. Hombres con el sarual, la kipa en la coronilla, de ojos vivarachos y brazos ágiles, se ponían a medir, en un bailoteo de palmos y codos, el tejido que el cliente, atónito, había tenido la leve imprudencia de mirar. Y, aunque hubiera entrado a la tienda sólo por curiosidad, era raro que saliera con las manos vacías y siempre con el sentimiento de haber concluido el largo regateo con ventaja para él.
Luego estaba el viejo ksar. Atestado de niños y pobres. Un ksar pobre, pero que no era siniestro como Hassi el-Frid o Ksar—el-Yedid. La escuela musulmana de Sidi M’hamed Ben Bouziane, vestigio de un vasto palacio de adobe, ocupaba el centro. Las moles de algunos edificios, aún intactos entre las ruinas, daban testimonio de un fastuoso pasado.
Por último, Hassi el-Frid de un lado y Ksar—el-Yedid del otro. Miserables, desolados y desoladores. Nada para la boca, nada para los sueños. Allí, no sólo las calles eran tristes. La tristeza reinaba en todas partes, hasta en las miradas sombrías de los niños hambrientos. Unos niños que tenían los ojos y el vientre dilatados por el vacío, los miembros secos y acartonados. Sus miradas parecían alimentarse de toda la adversidad del mundo, con algo de fatalidad y de hastío.
Así estaba dividido el pueblo. Cada cual en su sitio: primero, según su etnia, y después, según su bolsillo. Cada uno en su territorio, fuera del cual se convertía en un intruso. No se mezclaban, no. Se observaban y se vigilaban. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com