El estrangulador (fragmento)Manuel Vázquez Montalbán
El estrangulador (fragmento)

"Con los años, mi mujer ha adquirido rasgos de muchacha suavemente envejecida, en el supuesto de que se pueda envejecer suavemente. Mi mujer se pasa toda la tarde leyendo monografías históricas de Boston, concretamente hoy: Tipos populares de Boston, siglos XIX y XX y tricotando. Con la edad se ha vuelto costumbrista o quizá no pueda leerse otra cosa cuando haces compañía a un estrangulador seriamente enfermo, en una pequeña enfermería penitenciaria próxima a East Coker. Sobre la entrada un lema eliotiano: En mi comienzo está mi fin. También, como en el poema, ahora cae la luz a través del campo abierto, dejando oculta por las ramas la hundida vereda, oscurecida por la tarde. De vez en cuando mi mujer interrumpe la lectura para estallar en carcajadas y me hace partícipe de las causas de su hilaridad, la estrambótica tipología de Boston presente en la memoria colectiva, demostración clara de que el Boston estrambótico era tan consecutivo y cargado de sentido de la medida como el normal y sólo aceptaba la extranjería de los personajes como parco factor para la hilaridad. A los bostonianos lo que nos haría reír de verdad sería tirarnos pedos o que se los tiren los demás, pero nos reprimimos por buena crianza y jamás se ha visto a un bostoniano tirarse un pedo en público y mucho menos reírse si a alguien se le escapa. Por eso, tal vez, lo que nos provoca la risa franca puede ser considerado bastante estúpido por personas o pueblos sin el don de la medida. Las historias que, tan deliciosamente, mi mujer lee en voz alta, son aperturas para la alegría del espíritu: el italiano de la marmota, por ejemplo, un calabrés que siempre llevaba un sombrero de amplias alas, de copa puntiaguda, lleno de lazos, las piernas cubiertas por polainas de vendas, una corta capita y con este atuendo mixto de campesino y expedicionario garibaldino tocaba un organillo acompañado de una marmota domesticada que sabía bailar al son que le tocaban. ¿Gracioso? ¿Realmente gracioso? ¡Una marmota!… se repite una y otra vez esta mujer y se echa a reír… Trata de que la secunde… Hace quince años que no consigue hacerme reír pero sí sonreír entre estas mismas cuatro paredes, utilizando historias parecidas a las del italiano de la marmota. Por ejemplo: Nerón o el simpático de la patria, Rafaelito el de la manguera, el abuelo del Parque, el gendarme Sietepiernas, Sampablo el desgraciado, el hombre de los perros…, un hombre de piernas tan maltrechas que usaba muletas, siempre acompañado por tres o cuatro perros amaestrados que sabían andar sobre las patas traseras y pasaban por el aro… Se cuenta que en cierta ocasión enfermaron todos sus perros, a riesgo de morir, y él también se puso enfermo, hasta que los perros sanaron y sólo entonces el hombre de las piernas inútiles recuperó la salud. "


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