Breviario de los vencidos (fragmento)Emil Cioran
Breviario de los vencidos (fragmento)

"¿A qué milagro se debe que, en un cuerpo compuesto por todos los azares de la materia germine de forma duradera el rechazo a los accidentes irresistibles de lo cotidiano? Súbitas inspiraciones te arrojan sobre la vida más allá de lo que imaginabas. Pero poder ser consecuente, permanecer en tus posiciones en el enésimo cielo, es tan difícil de entender que antes comprendo a un viejo borracho que a un redentor recalcitrante. Después de leer a Buda o a cualquier otro vividor de lo sublime, sólo me entran ganas de pedir una sopa de ajo.
¿Es que no tendrán los profetas compasión de sí mismos? ¿Cómo es que no les conmueve ese insensato deslizarse hasta las alturas por una pendiente sin salida? Lo sublime no sabe a nada, mientras que los aromas de la imperfección vagan por la mente con sus sugerencias de caída. La monotonía de la revelación continua hace de la religión una profesión hostil. La tierra sale ganando con no tener ningún sistema. Al pisarla, sabemos muy bien que no echaremos el ancla en ninguna parte ya que lo insoportable de la tierra supera al de la mar. Los filósofos, los mentores y los benefactores, en su carrera en pos de la constancia y la fe, en realidad se refugiaron en otra parte y las despreciaron. Sabían que tierra significa derecho al accidente y, si desertaban del capricho, ¿qué habrían hecho en su paraíso resabiado?
Por ella voy arrastrando los huesos, en ella me quedaré. ¿A qué otro sitio podría ir? ¿Dónde podría calmar mis furores con un ansia más altanera y cruel? Sonriendo indulgente ante su vaciedad, ahogas tu añoranza por las lejanías con los joviales tontos que te rodean y, mientras se pelean con las inútiles de sus prójimas, das trabajo a las ilusiones. Angustia vana en continentes estériles.
Para apartar a Buda de la perfección, el demonio le envía danzarinas expertas en el amor. Éstas practican los treinta y dos sortilegios del deseo. No lo consiguen. Después los sesenta y cuatro; tampoco. El bienaventurado se queda impasible y se agotan todas las posibilidades de encantamiento.
Él, que sabía tanto y en primer término la nada de la carne, rechazó el único modo de errar que confirmaba su doctrina. El deseo puede vencer a la tierra en su propia casa. Matarlo es un crimen contra la nada.
La serenidad del príncipe divino mordiendo la carne mortal, ¡qué símbolo de la cópula de la eternidad con la nada! Si Buda hubiese cedido a la tentación, lo pintoresco del equívoco en el paisaje absoluto de su existencia habría hecho de él el único modelo a seguir por sus discípulos. La ineficacia de la tentación deja en mal lugar a todos esos iluminados que no quisieron traicionar a la Nada con la Vida, nada ella también pero más jugosa.
La música sustituye a la religión al haber salvado lo sublime de la abstracción y de la monotonía. ¿Los músicos? Unos sensuales de lo sublime. "



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