Helios (fragmento)Alberto Masferrer
Helios (fragmento)

"El mismo firmamento, el océano de soles y constelaciones, ¿en qué vino a parar, a causa de mirarle ahí cada noche, sin esfuerzo ninguno, y de tenerle siempre al arbitrio de nuestras miradas? En nada, en un vocablo que nada sugiere, en un simple nombre colectivo, corno acuario y enjambre, u otro cualquiera que indique el amontonamiento de las cosas. “¿El cielo? ah, sí… ahí donde están todos los astros,... es como alameda, que significa muchos álamos, y como piscina, que significa muchos peces’
Y una vez que dimos la definición, nos vamos a un teatro, donde un foco de quinientas bujías que sólo se enciende cada noche de gala, nos asombra, y reaviva nuestra facultad de admirar.
Así nos pasó con la Tierra y con el Sol. La Tierra, una pelota, bastante grande, abundante en carbón primero, y ahora abundante en petróleo. Sin duda, una pelota que no es del todo despreciable y que mirada bien, tiene sus ventajas: sobre todo, ésta del petróleo. Y por Ío que hace al Sol, muy cómodo: una luz de mucha potencia, que no se interrumpe, que no hay que estarle cambiando focos, que no ofrece el peligro de los alambres y que, lo mejor, es gratuita. Algo dañino a veces, para el cutis, pero eso se remedia con la sombrilla, los polvos de arroz y la crema de almendras.
Tenemos ahí combustible, según los sabios, para algunos cientos de millones de años, y eso nos permitirá renovar nuestras reservas de petróleo y de carbón. Eso, sin contar con que los rayos ultra-violeta, ya en uso en las buenas peluquerías, han resultado excelentes para los barros y las escoriaciones de la piel...
¡Oh, Sol! ¡Oh, Padre! En eso te convirtió la lengua del hombre, —su mente misérrima y su encostrado corazón—, a Ti, de quien surgen la vida, la luz, el pensamiento y el amor! "



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