Centuria. Cien pequeñas novelas río (fragmento)Giorgio Manganelli
Centuria. Cien pequeñas novelas río (fragmento)

"El animal lirio no es, exactamente, un animal; es más bien apacible, e incluso blando; el animal lirio no corre, sino que, para ser precisos, puede permanecer años en la más absoluta y tenaz inmovilidad; el animal lirio no se alimenta de carne de seres vivos, y se comporta, sin embargo, como si ya los hubiese comido; posee, se dice, una especie de memoria del gusto, en la cual está colocada una muestra de la carne del animal muerto y devorado cuando, en realidad, por carecer de boca y de dientes, debido a sus blanduras, el animal lirio en absoluto podría comer carne de seres muertos. Pese a sus características, el animal lirio es estudiado y clasificado como feroz, veloz, carnívoro. Aseguran los técnicos que ningún otro modo de describirlo es adecuado, pese a que reconozcan que el animal lirio no muestra ninguno de los comportamientos típicos de los animales feroces, veloces, carnívoros. La verdad es que todos, los estudiosos que investigan el animal lirio en las silenciosas diapositivas, o, de oídas, en las atemorizadas y golosas charlas de café, y los indígenas saben, que el animal lirio es y debe ser matado porque, precisamente, es blando, estático, austero. Todas sus cualidades que en teoría podrían hacer de él un animal doméstico inocuo y sociable, le confieren una fuerza temible en tanto que insinuante, aunque resulte difícil decir de qué manera se insinúa este animal. En suma, es feroz no pese a ser blando sino precisamente porque lo es, y cualquiera que cuide su blandura morirá. Así que parece cierto que el animal lirio es paradójicamente feroz, y de ahí viene que sea preciso matarlo. Pero precisamente esto es lo difícil. No parece tener corazón que traspasar ni cabeza que degollar, ni sangre que derramar. Quien quiera que haya intentado matarlo con flechas, aún convertidas en más temibles con fuegos resinosos —darle es fácil porque, como se ha dicho, está inmóvil—, le ha atravesado sin hacerle ningún daño; acercársele para recortar su cuerpo —pero ¿tiene cuerpo?— es muy peligroso ya que de cerca el animal lirio puede poner en juego sus terribles blanduras. En realidad, no se conoce a ciencia cierta una manera eficaz de matarle: pero los indígenas sugieren estos procedimientos: lanzar flechas apuntando a la parte opuesta; reclutar cien jóvenes que, sucesivamente, sonrían, inmóviles, al animal lirio; finalmente, y la mejor manera que se conoce, es matarle en sueños, de este modo: se toma el sueño en que está el animal lirio, se enrolla y finalmente se desgarra, sin gestos de ira; pero el animal lirio rara vez se deja soñar. "


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