Disertación sobre el origen de la esclavitud de los negros (fragmento)Isidoro de Antillón y Marzo
Disertación sobre el origen de la esclavitud de los negros (fragmento)

"El agua en todas partes es buena, y la tierra produce por sí misma y sin cuidado lo que en otros países no se le arranca más que a fuerza de brazos. Los frutos salvajes de allí valen tanto como los que el cultivo perfecciona en nuestros campos. Son salvajes y crecen sin cultura en Angola, a más de otras, los limones, naranjas, ananás, pimientos, las bananas que adquieren el último grado de madurez y de bondad, la regaliza, dos especies de guisantes, la caña de azúcar que se hace muy gruesa, sabrosa y jugosa, el coco (este árbol preciosísimo que proporciona al mismo tiempo refresco y alimento), las patatas dulces etc. Las legumbres de Europa parece no se reproducen, aunque crecen desmedidamente. El trigo prospera y algunas espigas contienen hasta 52 granos. Esta tierra tan fértil pide muy pocos cuidados; basta removerla hasta una pulgada de profundidad, y en seguida cubrir el grano lo preciso para libertarla de las aves; la naturaleza hace el resto. Así la agricultura está allí en manos de las mujeres, y no exceden los trabajos del campo a sus débiles fuerzas. Los hombres, naturalmente perezosos, se ocupan en pescar, cazar, hacer el comercio, y extraer vino de palma. Aunque actualmente no se hallan en aquella costa ni vacas, ni caballos, ni asnos, instrumentos tan útiles del trabajo, y cuya falta hace preciso en las Antillas el crecido número de negros, debe creerse que prosperarán cuando se transporten a ellas, pues en la vecina colonia portuguesa de San Pablo hay grandes rebaños de bueyes, y en varias partes del África todas las dichas especies no son raras. Las montañas son ferruginosas; el cobre casi se halla a flor de tierra, pero los negros ignoran el arte de sacar estos metales, en cuya ignorancia los mantienen los europeos. Los portugueses han hallado en San Pablo minas muy abundantes de oro y plata. Preguntados los negros por qué no hacían iguales excavaciones y se enriquecían fácilmente, han dado una respuesta muy sabia: «Nosotros no nos podemos comer el oro, y como su uso es desconocido en nuestra tierra, poseerlo sería inútil, y acaso excitaría la codicia de las naciones europeas, que vendrían a conquistarnos. Tampoco sabemos conducir para ello los trabajos necesarios; y los pocos negros que han escapado felizmente de la colonia portuguesa, refiriéndonos los tratamientos que han experimentado, nos han infundido un justo horror por las minas. "


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