El buscador de almas (fragmento)Georg Groddeck
El buscador de almas (fragmento)

"Si no fuera tan sacrílego decirlo, compararía la fuerza de las mujeres con la de Dios, que, en muestra suprema de su poder, creó al ser humano. Pero qué espectáculo tan extraño es el que vemos ahora, cuando la mujer, cuya naturaleza prometeica tanto envidiamos con perplejidad nosotros, los hombres, tiene la ambición de acaparar los míseros méritos de estos últimos, envidia el artificial e indigno deber de la vida laboral y empieza a emularnos a nosotros, esclavos del trabajo. Y a eso lo llaman un derecho, cuando, obviamente, no es más que una distorsión del derecho, una injusticia.
Entonces la señora Rolfs pasó al ataque. Con un comentario mordaz contra la presidenta, acerca de la escasa disciplina parlamentaria, solicitó dar cierre al debate, ya que no era posible persuadir al orador para que fuera al grano y, por lo visto, aquel hombre tampoco era capaz de decir nada nuevo.
Pero en contra del aplauso que rompió en torno a aquella conocedora del orden de un debate, aplauso que silenció la afirmación de Weltlein de que venía a anunciar un nuevo Evangelio, se levantó, en calidad de segunda contrincante por la futura candidatura a la presidencia, la gorda mujer del consejero de comercio, y tras su protectora corpulencia se escucharon gritos en todas las tonalidades: «Siga hablando». La batalla a gritos de ese bando quedó muy reforzada con la potente voz del profesor Kietz, quien, con la esperanza de ver sonrojarse a su joven alumna ante un nuevo comentario picante del extraño orador, forzó cuanto pudo sus pulmones para concederle de nuevo la palabra a Thomas.
La bonachona poeta, siempre tan consternada cuando le exigían que determinara las formas de los debates, corría de un lado a otro, de la mujer del consejero de comercio a la esposa del profesor, de ella hasta donde estaba Thomas, a fin de fomentar la paz, y finalmente se dirigió con expresión apremiante, en busca de ayuda, a Su Excelencia, que estaba allí en toda su esbeltez y altura, esperando con una risa burlona el momento de intervenir."
"



El Poder de la Palabra
epdlp.com