Ruth (fragmento)Elizabeth Gaskell
Ruth (fragmento)

"Ahora conocía la verdad, que la tierra no tiene barreras eficaces contra el sufrimiento que se abate como un relámpago del cielo y golpea igualmente las casas de montaña que los tejados de ciudad, el palacio y la casa de campo. El jardín estaba justo bajo la casa; por el día estaba bien expuesto al sol, tanto que cualquier cosa que se plantara en aquel terreno crecía y florecía no obstante la desidia. En su interior había rosas blancas que relucían en la negrura de la noche, también rosas negras, engullidas por la oscuridad. Entre las bajas murallas y las colinas distantes se extendían algunos prados verdes. Ruth miró en la gris oscuridad hasta que ya no consiguió distinguir cada singular irregularidad del paisaje. Después sintió un pajarillo inquieto gorjeando su desvelo desde un nido que debía de estar en alguna parte en la hiedra que trepaba sobre las paredes exteriores de la casa; entonces su madre, abrió las alas y cubrió el sonido del pequeño con su suave plumaje. Poco después, sin embargo, multitud de pajarillos comenzaron a presentir el alba inminente y retozaban entre las hojas cantando con voz fuerte y clara. Apenas sobre el horizonte, la niebla se transformó en una gris nube de argento suspendida de la extremidad del mundo; desde allí poco a poco la nube se volvió de un blanco radiante para, en un instante, tornarse rosácea y las cimas de las montañas en lo alto del cielo penetraron en la sombra de Dios. De un brinco, un sol de un rojo encendido y flameante, despuntó sobre el horizonte, e inmediatamente miles de avecillas, comenzaron a cantar de alegría y un dulce coro de sonidos misteriosos y alegres se escuchó en la tierra; el suave viento dejó murmurando su escondite entre las grietas y los pequeños valles montañosos y empezó a vagar entre la hierba susurrante y entre los árboles, despertando los capullos y anunciando que un nuevo día había comenzado. Ruth lanzó un suspiro de alivio cuando la noche alcanzó finalmente su desenlace, porque sabía que pronto la espera terminaría y el veredicto, de vida o muerte, sería dictado. Sintió la debilidad y la angustia crecer en ella, tanto que pensó que no sería capaz de resistirse al deseo de entrar en la habitación para conocer la verdad. "


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