Infortunios de Alonso Ramírez (fragmento)Carlos Sigüenza y Góngora
Infortunios de Alonso Ramírez (fragmento)

"No me replicó, porque llamándome de parte de los alcaldes, me quité de allí. Era D. Francisco de Zelerun no sólo alcalde, sino también teniente y como de la declaración que le hice de mis trabajos resultó saberse por toda la villa lo que dejaba en las playas, pensando muchos el que por la necesidad casi extrema que padecía haría baratas, comenzaron á prometerme dinero porque les vendiese siquiera lo que estaba en ellas, y me daban luego quinientos pesos.
Quise admitirlos, y volver con algunos que me ofrecieron su compañía, así para remediar la fragata como para poner cobro á lo que en ella tenía; pero enviándome á notificar D. Ziphirino de Castro el que debajo de graves penas no saliese de la villa para las playas, porque la embarcación y cuanto en ella venía pertenecía á la cruzada, me quedé suspenso, y acordándome del sevillano Miguel, encogí los hombros.
Súpose también cómo al encomendero de Tejozuco D. Melchor Pacheco le di un criz y un espadín mohoso que conmigo traía, y de que por cosa extraordinaria se aficionó, y persuadidos por lo que dije del saqueo de Cicudana á que tendrían empuñadura de oro y diamantes, despachó luego al instante por él con iguales penas, y noticiado de que quería yo pedir de mi justicia, y que se me oyese, al segundo día me remitieron á Mérida.
Me llevaron con la misma velocidad con que yo huía con mi fragata cuando avistaba ingleses, y sin permitirme visitar el milagroso santuario de Nuestra Señora de Ytzamal, á ocho de Diciembre de 1689, dieron conmigo mis conductores en la ciudad de Mérida.
Reside en ella como gobernador y capitán general de aquella provincia D. Juan Joseph de la Barcena, y después de haberle besado la mano yo y mis compañeros y dádole extrajudicial relación de cuanto queda dicho, me envió á las que llaman casas reales de S. Cristóbal y á quince, por orden suyo, me tomó declaración de lo mismo el Sargento mayor Francisco Guerrero, y á 7 de Enero de 1690, Bernardo Sabido, escribano real, certificación de que después de haber salido perdido por aquellas costas me estuve hasta entonces en la ciudad de Mérida.
Las molestias que pasé en esta ciudad no son ponderables. No hubo vecino de ella que no me hiciese relatar cuanto aquí se ha escrito, y esto no una, sino muchas veces. Para esto solían llevarme á mí y á los míos de casa en casa, pero al punto de medio día me despachaban todos. "



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