Esperando el alba (fragmento)William Boyd
Esperando el alba (fragmento)

"La obra benéfica de Claverleigh Hall se había iniciado poco después del estallido de la guerra. La idea era recoger mantas, ropa de abrigo y tiendas de campaña para enviarlas a los refugiados belgas. Aquel éxito inicial había entusiasmado a Anna Faulkner, y el Fondo de Guerra de Claverleigh Hall, pues así pasó a llamarse, le servía para dar rienda suelta a unas energías y una capacidad organizativa que Lysander llevaba años sin ver puestas en práctica, de hecho, desde que se ocupaba de las administración de la compañía teatral de Halifax Rief. De pronto tenía una causa y, gracias a las sumas considerables de dinero que recaudaba, se había convertido en una persona tenida en cuenta. Había empezado a trasladarse a Londres una o dos veces por semana para asistir a reuniones con funcionarios del Ministerio del Interior y (una vez que las Ambulancias de Campo de Claverleigh Hall entraron en servicio) con militares de alta graduación del Ministerio de la Guerra.
Su último plan pasaba por abrir escuelas de formación de enfermeras para que aprendieran a tratar, específicamente, las heridas y las dolencias más comunes que sufrían las tropas del Frente Occidental. «¿Quién necesita una comadrona cuando sufre de pie de trinchera?», era uno de sus lemas más célebres, y habían empezado a invitarla a participar en comités y a prestar su nombre para que figurara en peticiones y otras buenas causas. A Lysander le parecía que incluso se veía más joven, si es que tal cosa era posible en su caso. Eso era lo que ocurría cuando uno tenía un propósito en la vida.
[...]
Y se fue corriendo a cambiar la caja de donativos, rebosante, por otra vacía. Lysander decidió dar un paseo por el jardín, donde habían instalado tenderetes en los que vendían mermeladas y pasteles, un «tiro al coco», una tienda de campaña donde se servían cervezas, un espectáculo con perros, una zona de juegos, el de atrapar huevos con cucharas en la boca, las carreras de a dos a la pata coja, las carreras de sacos, una exhibición de ganado, y una zona donde se celebraba una yincana, mientras buscaba a Hamo, que había llegado hacía una hora y había ido en busca de semillas de patata para su huerto.
Lo encontró junto a las canchas de críquet donde, por seis peniques, podías lanzar a dos de los bateadores más importantes del equipo de críquet de Sussex: Vallance Jupp y Joseph Vine. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com