Regreso a Berlín (fragmento)Verna B. Carleton
Regreso a Berlín (fragmento)

"El amor debería privarnos de egoísmo, pero pocas veces lo hace. Vuelve a las personas crueles y egoístas, se decepcionan a sí mismas y a los demás. Nos decimos que estamos haciendo las cosas por el bien de nuestros seres queridos cuando en realidad las hacemos por nosotros mismos. Luchamos para aferramos a la otra persona por los medios más injustos, imponiendo ansiedades, engatusando, recurriendo al chantaje emocional, fomentando las inseguridades...
[...]
La lluvia que salpicó Berlín aquel domingo por la mañana pronto se vio frenada por una manta de nubes oscuras y turbulentas que se extendió a poca altura, por encima de los tejados. Habíamos cogido un taxi para ir a un barrio con el romántico nombre de Wedding. Cuando llegamos allí, con los brazos llenos de paquetes para Else, todas las tiendas estaban cerradas y las casas en silencio, y el ambiente sombrío del día de descanso, tan persistentemente familiar en todas partes, nos hacía hablar en voz baja, como si temiésemos molestar a los vecinos el único día que podían dormir hasta tarde.
La casa en la que nos internamos era, como todas las que nos rodeaban, un antro ancho, oscuro y apagado que aún mostraba las cicatrices abiertas de los bombardeos y la metralla. Al recorrer el largo y gélido vestíbulo que llevaba a un patio de luces circular, sentimos el frío húmedo de las tumbas. Ante nosotros se hallaba una fila de puertas cerradas, y un poco más arriba, una hilera de ventanas cubiertas con cortinas mustias que llegaba hasta el cielo. El desolado patio, sumergido en el gris anonimato de un barrio periférico, lo compartían cinco bloques; podría ser cualquier país, cualquier sitio; las papeleras rebosaban basura sobre los escalones sin barrer; a través de las ventanas entreabiertas se filtraba el eco de las voces de las familias, mezcladas con varias radios sintonizadas en ritmos diferentes. "



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