La mujer del pelo rojo (fragmento)Orhan Pamuk
La mujer del pelo rojo (fragmento)

"Pero ¿de verdad era posible fingir que no había pasado nada? Tenía la sensación de que mi cabeza era también como un pozo donde Mahmut Usta, pico en mano, seguía cavando sin cesar. Eso podía significar que mi antiguo jefe seguía vivo, o que la policía aún no había emprendido la investigación del crimen.
Me imaginaba que alguien –quizá Ali– encontraría el cadáver de Mahmut Usta, y entonces el fiscal procedería a abrir el caso; informaría primero a la policía de Gebze (lo cual, en Turquía, podía tardar días o semanas), mi madre lloraría hasta perder el conocimiento, y después de que las autoridades locales se pusieran en contacto con sus homólogos de Estambul (lo cual también podría llevar meses), la policía se presentaría un día en la academia o en la librería para arrestarme. Me planteé que tal vez debería localizar a mi padre y contárselo todo. Pero él nunca me llamaba, de lo cual deduje que, aunque lo encontrara, tampoco me serviría de mucha ayuda. Además, contárselo podría hacer que el asunto pareciera más grave de lo que en realidad era. Cada día que pasaba sin que la policía viniera a arrestarme suponía para mí una señal alentadora de que era inocente e igual que el resto de la gente, aunque también podía representar que aquel era el último día que podría llevar una vida simple y rutinaria como la de todo el mundo. A veces, cuando en la librería de Deniz algún cliente me abordaba con especial brusquedad, me convencía de que era en realidad un policía de paisano y me entraban unas ganas terribles de confesar mi crimen. Otras veces me confortaba pensando que Mahmut Usta había conseguido salvarse y que seguramente, de puro odio, ya se habría olvidado de mí.
En la librería trabajaba de forma rápida y eficiente, ocupándome prácticamente de todo. El jefe Deniz apreciaba mis originales propuestas para organizar el escaparate, así como mis ideas sobre descuentos y selección de libros, y me dijo que, si quería, en invierno también podía quedarme a dormir en el sofá, e incluso instalarme de forma permanente en aquel pequeño cuarto como si fuera un piso de estudiante. Mi madre se puso triste porque yo iba a vivir otra vez lejos de Gebze y de ella, pero también estaba segura de que, si continuaba asistiendo al instituto de Kabataş y a la academia preparatoria de Beşiktaş, obtendría muy buenos resultados en el examen de acceso a la universidad. "



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