El exiliado (fragmento)William Kotzwinkle
El exiliado (fragmento)

"Se sentó bajo el árbol, en los jardines de la MGM, a leer Variety. Había pasado la mañana haciendo pruebas de vestuario para Vagabundo del espacio y aún le faltaban varias horas.
En el césped, a su lado, estaban los restos de un sándwich del estudio. Por costumbre de toda la vida pasó hasta la última página con el pulgar y luego dejó a un lado la publicación en beneficio de otro viejo hábito: ver pasar a la gente. Los que atravesaban las puertas de una empresa cinematográfica siempre constituían una interesante materia de estudio; podía llegar un hombre conduciendo un automóvil larguísimo y equipado con teléfono, pero cuando se apeaba su andar revelaba lo poco seguro que estaba de sí mismo.
En ese momento pasó por allí un carpintero del estudio, con el martillo colgado flojamente de una presilla metálica de su cinturón, y con cada paso que daba indicaba que era incapaz de matar a una mosca. Era el protagonista de su propia película mental, Martillos resplandecientes.
Cuando llegó por primera vez a L. A., el propio Caspian había construido casas. Conocía el esprit de los carpinteros y los raros ensueños en que caían a medida que pasaban las horas. Bastaba con seguir la línea de tiza y el nivel para que un rato después ningún problema de la construcción pareciera difícil.
Había entrado un Ferrari rojo y vio que Roma French lo aparcaba y se bajaba. Su andar cuando no estaba delante de las cámaras era cauteloso, observó Caspian; el paso era medido, mantenía los brazos cerca del cuerpo, sin moverlos mucho en ningún sentido. Tejanos holgados, una camisa suelta de la misma tela, calzado deportivo. El cabello perfecto en todos sus detalles, aunque había algo descorazonador en el peinado. "



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