Las dos señoras Abbott (fragmento)D. E. Stevenson
Las dos señoras Abbott (fragmento)

"Era miércoles por la tarde (el día de mercado en Wandlebury) y, aunque el mercado no era más que una sombra de sí mismo, todavía generaba algo de movimiento. Archie había acudido temprano con algunos productos. Comió en el Apolo y Bota y se encontró con muchos amigos (granjeros con los que trataba de negocios en tiempos mejores): charlaron, se quejaron de la situación y lamentaron el plan de racionamiento de los huevos, que parecía ir de mal en peor. Al principio, cuando Archie empezó a trabajar las tierras, los granjeros de los alrededores lo miraban con malos ojos: algunos lo trataban con verdadera hostilidad, otros se reían de él a su espalda y le auguraban desastres de todas clases, pero Archie tenía un carácter cordial, no alardeaba de nada y poco a poco fue derribando las barreras de los prejuicios. Ahora lo apreciaban, reconocían sus progresos y tenían en cuenta sus opiniones.
Después de comer fue al salón y se sentó junto a la ventana. Se sentó allí porque quería ver la plaza de Wandlebury, no porque le apeteciera charlar con el viejo señor Brown de Fairfarm, al que tenía enfrente. Cogió un periódico y se puso a leer, pero no le entraba en el cerebro ni una sola palabra. Daba la casualidad de que era el día en que Jane Watt tenía que ir al dentista; el dentista tenía su temido consultorio en la plaza de Wandlebury y Archie se había propuesto interceptarla y hablar con ella una vez más mientras esperaba su turno.
La sala de espera era un lugar insólito para hablar con Jane, pero no tenía alternativa: ella se iba de Wandlebury casi inmediatamente después de la visita y no tendría más ocasiones de verla a solas. Si iba a Ganthorne, habría mucha más gente, como de costumbre, y Jerry estaba empeñada en emparejarlo con Melanie. En cierto modo, no le molestaba tanto que Jerry tuviera ese empeño en particular, porque lo que no quería por nada del mundo es que lo echara en brazos de Jane (eso lo estropearía todo), pero le fastidiaba no poder disfrutar de ningún momento con ella. Quería hablarle, no para declararse otra vez, sino simplemente para estar con ella, que lo viera, que se acostumbrara a su presencia. Porque, sin duda, él la conocía mucho mejor que ella a él. La conocía por sus libros. Por eso le sacaba ventaja en ese aspecto: ella no había avanzado tanto. Le quería, desde luego (prácticamente lo había reconocido), pero no veía (como lo veía él) que estaban hechos el uno para el otro, no se imaginaba el futuro. Estaba dispuesto a darle el tiempo que necesitara. Se le había declarado dos veces y ella lo había rechazado, pero Archie no se rendía fácilmente. La dejaría ir a Foxstead, que estuviera tranquila una temporadita, quince días o así, y después iría a verla y se declararía por tercera vez. Podía ser que la cosa saliera mal, desde luego. Tal vez tuviera que esperar más y repetir la operación cinco o seis veces, hasta que consintiera; pero al final le daría el sí y todo se arreglaría. "



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