Un amor (fragmento)Alejandro Palomas
Un amor (fragmento)

"Di gracias por que Silvia no estuviera allí para oírlo porque su reacción, a pesar del precario estado de mamá, no habría sido la mejor. Lo de mamá y los móviles es una larga historia de amor-odio que entre nosotros se ha convertido en un clásico y que, analizada a fondo y con el debido detenimiento, seguramente resolvería no pocos enigmas del comportamiento humano que la comunidad científica agradecería. Hasta su ingreso en el hospital, mamá había tenido unos cuantos teléfonos, algunos nuevos, otros heredados, que habían desaparecido de sus manos en plazos nada razonables, respondiendo a una dinámica que había sido imposible modificar y que le había valido no pocas broncas cuando nos había pillado con el pie cambiado, sobre todo por parte de Silvia y de mí. Entre todos ellos, los que más le habían durado habían sido tres. El primero era un aparato enorme que no le cabía en la mano y que tío Eduardo, su hermano, le había traído de un país asiático en uno de sus viajes. El teléfono más parecía un organillo en miniatura con unas teclas inmensas que lo que era en realidad: una mezcla de radio, grabadora y teléfono del que, cada vez que sonaba, salía la voz de una china que declamaba a voz en grito un montón de cosas que nunca llegamos a entender. Afortunadamente, el organillo duró lo que duró. El segundo fue uno de esos Nokia irrompibles y resistentes a todo el trasiego que pueda imaginarse en manos de alguien como mamá y que ella jubiló el día de su cumpleaños porque la vista no le daba para una pantalla como aquella y porque yo decidí regalarle un terminal que se adaptara un poco mejor a sus necesidades y que encontré en una tienda especializada en personas con dificultades visuales: a saber, muy fácil manejo, letra grande a color, linterna y agenda. Ni siquiera ofrecía la posibilidad de mandar SMS.
Desde entonces, el tema del móvil había quedado milagrosamente solucionado y había dejado de ser un problema, a pesar de que mamá lo había perdido con tanta frecuencia y se le había caído tantas veces al suelo que si el teléfono seguía con vida era, como decía Emma, por una pura cuestión de mecánica básica. "



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