Luz de juventud (fragmento)Ralf Rothmann
Luz de juventud (fragmento)

"Me tendió el suntuoso libro, me puse al frente de la comitiva y miré alrededor. Solo hacían de lectores los monaguillos mayores, a menudo incluso los adultos, pero aquel domingo eran todos más jóvenes que yo. Sabía que el pequeño Schulz, que estaba justo detrás de mí, ni siquiera se sabía de memoria el confíteor, y que solo murmuraba cuando tocaba recitarlo. Cuando el sacristán hizo sonar la campanilla, respiré hondo y levanté el libro a la altura del pecho. Por la rendija de la puerta vi que la iglesia estaba llena.
Pero por culpa de los nervios había olvidado ajustar la cinta elástica y levantarla bajo la túnica por última vez. Como la mayoría de las que había en el cajón, la cinta estaba dada de sí y se me había deslizado desde la cintura hasta las caderas, junto con las capas de tela que supuestamente debía sujetar. El órgano retumbaba, la parroquia cantaba y yo no podía arreglar nada con el pesado libro en las manos. A los pocos pasos ya me había pisado los bajos de la túnica, que se descolgó aún más.
A pesar de que todas las puertas y tragaluces estaban abiertos, hacía un calor sofocante. Había gente incluso en el pasillo, y para poder recorrer sin tropezar el largo camino desde los bancos hasta el altar tenía que apartar la túnica roja de un puntapié a cada paso que daba, lo que producía un brusco ruido parecido a un aleteo. Algunos adultos de los primeros bancos sonrieron. Una niña pequeña se tapó la boca con la mano.
Vi también al señor Gorny, que estaba de pie en la zona que separaba a los hombres de las mujeres. Me miró fijamente durante un buen rato, con los ojos entornados y los labios crispados. Luego se humedeció el dedo y pasó la página de su libro de cánticos. Por un breve instante, le vi la yema del dedo a través del fino papel. Debí de ralentizar el paso, porque Stürwald carraspeó y el pequeño Schulz me empujó por la espalda con las manos dobladas.
Mi padre pedaleaba hacia la mina por el polvoriento camino que cruzaba los campos. Llevaba la chaqueta de pana marrón con solapa de piel. Pronto se convirtió en un pequeño punto, hasta que terminó desapareciendo por completo en el bosquecito, frente a la torre de extracción. El sol declinaba. El reflector rojo de su guardabarros parpadeó por última vez. "



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