Los días de Birmania (fragmento)George Orwell
Los días de Birmania (fragmento)

"De Rangún marchó a un campamento en la selva, al norte de Mandalay, en el que se dedicaban a extraer teca. La vida en la selva no estaba del todo mal a pesar de las incomodidades, la soledad y, lo que prácticamente era lo peor de Birmania, la poca variedad e ínfima calidad de la comida. Por entonces era muy joven, lo bastante joven como para tener ídolos, y contaba con amigos entre los compañeros de la empresa en la que trabajaba. También se iba de caza, pesca y, con suerte, una vez al año se escapaba a Rangún; de excusa, una visita al dentista. ¡Cuánto se divertía en aquellos viajes a Rangún! Yendo a toda prisa a la librería Smart y Mookerdum a por las últimas novelas que llegaban de Inglaterra, cenando en Anderson’s filetes de ternera y mantequilla que habían viajado ocho mil millas entre hielo, las magníficas bebidas... Era demasiado joven para darse cuenta de lo que esta vida le reservaba. No veía que se le avecinaban años de soledad y aburrimiento.
Se acabó aclimatando a Birmania. Su cuerpo se adaptó a los peculiares ritmos de las estaciones tropicales. Todos los años, entre febrero y mayo, el sol brillaba deslumbrante en el cielo como un dios enfurecido, y luego, de pronto, el monzón soplaba hacia el oeste, primero con violentos y breves aguaceros, y después con una lluvia incesante que lo calaba todo. Ni la ropa, ni la cama, ni tan siquiera la comida parecían secarse nunca. Además, seguía haciendo calor, un calor sofocante y vaporoso. Los senderos de la selva se transformaban en ciénagas, y los arrozales en grandes pantanos de agua estancada, que desprendían un hedor viciado e infecto. Los libros y las botas se ponían mohosos. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com