Lucecitas (fragmento)Teresa González de Fanning
Lucecitas (fragmento)

"Y un terrible paroxismo le corta la palabra. Su cuerpo se agita a impulsos de una fuerte convulsión; sus miembros se ponen rígidos, y su alma vuela al cielo a recibir el premio que Dios reserva a los mártires del deber.
La pequeña iglesia de Jesús María está llena con la parte más selecta de la sociedad de Lima.
En los altares arden los cirios benditos, y las notas sonoras y cadenciosas del órgano resuenan por los ámbitos del templo.
El sacerdote ocupa la cátedra sagrada, y todos escuchan con recogimiento las solemnes palabras que dirige a la que va a consagrarse esposa del Señor, ligándose por medio de votos terribles que sólo la muerte puede romper.
La joven religiosa lleva aún los atavíos mundanos. El blanco velo de las desposadas envuelve, cual nube vaporosa, su casta y diáfana belleza.
Pronuncia los solemnes votos, y poco a poco va despojándose de las galas del siglo y cambiándolas por el tosco sayal.
Cruje la tijera; y una cascada de blondos cabellos, desprendiéndose de su cabeza, va a caer rodando hasta sus pies.
Extendida en el suelo, es cubierta por el paño mortuorio, y cuatro hachones proyectan su fúnebre luz, sobre este cadáver que alienta aún, en tanto que la comunidad entona el lúgubre salmo de los difuntos.
Luz, la virgen de los cabellos de oro, ha muerto para el mundo, y es ya la esposa del Señor.
Fatigada peregrina, su planta ha sido destrozada por las espinas del camino.
Ha perdido cuantos seres amaba sobre la tierra, y se ha refugiado en el asilo de las esposas del Crucificado. "



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