Canción de sangre y oro (fragmento)Jorge Molist
Canción de sangre y oro (fragmento)

"Se consolaba diciéndose que, a pesar de sus debilidades, su hijo tenía también alguna virtud. La principal era su supervivencia. Había nacido contrahecho, deforme, casi un cadáver; tuvo una caída de caballo que a punto estuvo de acabar con su vida, condenándole a cojear, y antes de su boda superó una grave enfermedad. Le daban ya por muerto. Había sobrevivido a dos hermanos varones. Y ya le había hecho abuelo con dos nietos y una nieta, asegurando el futuro de la dinastía Anjou, y eso era algo que el rey le agradecía. Porque el otro hijo varón superviviente era aún más débil y no había procreado.
Aquel hijo le defraudaba. Aunque reconocía su inteligencia y su capacidad para la administración, nunca sería el emperador que él había deseado que le sucediera.
[...]
Mi hijo Alfonso se arrodilló frente a su abuelo para besarle la mano. Yo le observaba de pie, como el resto de los asistentes, junto a Juan de Prócida, y no pude evitar una sonrisa feliz. Era noviembre y el pequeño Alfonso acababa de cumplir diez años. Aún no había sido nombrado caballero pero ceñía su túnica azul con un cinto del que colgaban espada y daga. Consciente de la importancia del acto, se mantenía erguido y sereno. Me fijé en mi esposo y me pareció que tenía los ojos húmedos de la emoción. Amábamos a aquel muchachito que prometía ser un gran príncipe y que mostraba ya su señorío en la forma de moverse y comportarse. Era nuestro sucesor y, una vez terminada la ceremonia, sería nuestro heredero y el de su abuelo. Recé para que el Señor concediera a nuestro hijo muchos años después de los nuestros.
El abuelo, majestuoso, vestía una túnica también azul sobre la que destacaban, bordadas, las armas reales en sangre y oro, y se cubría con una capa púrpura. En su cabeza de cabellos blancos lucía la corona real y su mano sostenía el cetro. Era una fina vara de plata culminada por un murciélago de oro. "



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