La Edad Media en la Corona de Aragón (fragmento)Andrés Giménez Soler
La Edad Media en la Corona de Aragón (fragmento)

"De haber vivido más tiempo Alfonso XI, éste habría iniciado la guerra para defender a su hermana Leonor y a sus sobrinos, a su juicio perseguidos injustamente por el rey de Aragón, hijastro de la una y hermano de padre de los otros. A esta razón se hubiera añadido otra: las pretensiones de aquel y de casar sus bastardos, uno de ellos Enrique, con una hija de Pedro IV, lo cual éste consideraba denigrante.
Pero lo que él no hizo lo hizo su hijo Pedro, en quien colaboraron para que fuese lo que fue, su carácter violento y la educación que le dio su madre. Doña María de Portugal no fue precisamente una santa, ni siquiera una resignada: la conducta de su marido con ella la exasperó y el despecho del desdén lo sintió igualmente su hijo: la condición violenta de éste, su vehemencia y rapidez en las decisiones más fuertes, las agudizó su madre; y estimulado por los relatos de su tía Leonor y sus primos Fernando y Jaime concibió un grande y pertinaz odio al rey de Aragón.
En estas condiciones, cualquier incidente bastaba para que la guerra estallase.
El incidente ocurrió en Cádiz: un almirante catalán apresó dos naves placentinas en aguas de este puerto a la vista de don Pedro; rogó éste al marino que por deferencia a él las devolviese la libertad; se negó aquél y, sentido del desaire el castellano, declaró guerra al aragonés. Esta la llevó don Pedro de Castilla con crueldad manifiesta; parte de sus fuerzas entraron por la región del Segura y se apoderaron de Alicante; otra parte invadió Aragón por la región del Moncayo; vino un legado pontificio que puso tregua entre los dos reyes, pero el de Castilla la violó apoderándose de Tarazona. Una nueva intervención del legado estableció bases para una paz, pero no era don Pedro de Castilla hombre que se satisfaciera sin un completo triunfo, que para él era el aniquilamiento del adversario, y aquella paz no tuvo efecto.
Una escuadra castellana se puso delante de Barcelona, pero fue obligada a retirarse; quiso poner sitio a Ibiza y aquí fue a buscarla el Ceremonioso en persona, obligándole a buscar refugio en Alicante. Consecuencia de estos fracasos y del temor a que el rey de Granada se mezclase en la contienda contra él, don Pedro de Castilla firmó la paz de Deza, año 1361: la guerra había durado cinco años.
Pero al año siguiente, libre del cuidado de Granada, sin previa declaración de guerra invadió Aragón por el norte y sur del Moncayo, apoderándose de Borja, Magallón y Calatayud; y cuando acudió el aragonés a detenerlo se retiró, pero hizo que otro ejército invadiese Valencia, el cual, no encontrando enemigos, puso sitio a ésta; entraba sin duda en los planes del de Castilla no reñir batallas campales, ni apoderarse de plazas mediante largos sitios, sino simplemente causar daños en la tierra y mortificar a los habitantes; en Cariñena hizo cortar las narices a todos los hombres, y tampoco esperó a su rival.
Era menester destronar a ese degenerado, que lo mismo se mostraba cruel con los suyos que con los ajenos, y aprovechando el descontento general se proclamó rey de Castilla el conde Trastamara, el mayor de los hijos de Alfonso XI y Leonor de Guzmán, y la guerra se transformó en civil y dinástica. La organización de su reino permitía al de Castilla organizar más rápidamente sus tropas: su mala fe le consentía elegir el momento y lugar de ataque, y la lucha en estas condiciones era desastrosa para el aragonés, necesitado de reunir en cortes por separado a cada reino, de organizar en cada reino y de acudir con las fuerzas de cada uno al lugar del peligro.
Para compensar esta inferioridad contrató las grandes compañías de aventureros de todos los países que al mando de Bertrand Du Guesclin habían luchado en la guerra anglo-francesa. También el de Castilla contrato extranjeros, mas como su mayor enemigo era él mismo, se enemistó con sus auxiliares y después de varias vicisitudes don Pedro el Cruel era vencido y muerto a manos de su hermano bastardo (1369). "



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