Manor (fragmento)Karl Heinrich Ulrichs
Manor (fragmento)

"En medio del Mar de Noruega hay un archipiélago de treinta y cinco islas desoladas y solitarias. Alejadas prudentemente de Escocia, Islandia y Noruega, las Islas Feroe son estériles, rocosas y están cubiertas por una densa niebla. El melancólico canto de las gaviotas resuena en todo el lugar. A la vista de cualquier ser humano, todo el paisaje permanece oculto por las frenéticas olas que surgen por debajo de la espesa bruma. Las montañas alcanzan alturas de entre mil ochocientos y tres mil metros sobre el nivel del mar. Hay escarpados acantilados de dentadas gargantas, densos bosques de pinos y numerosas cascadas lloran sobre las rocas desde inmensas alturas. Las orillas de los ríos, atravesados por arroyos y ensenadas, se hacen casi inaccesibles por causa de los gigantescos acantilados. El mar, encerrado por las rocas y los arrecifes, se lanza rabioso en remolinos huracanados.
Diecisiete de las Islas Feroe están habitadas. Dos de ellas, Strømø y Wagø, están separadas solo por un angosto istmo lo suficientemente tranquilo como para que un nadador valiente se atreva a cruzarlo.
Muchos nombres del lugar invocan aquel ya lejano pasado, antes de que la Iglesia se hubiese establecido. Por ejemplo, el puerto Thorshavn, en la costa de Strømø, fue nombrado así en honor del dios del trueno de la mitología nórdica, siempre representado armado con un martillo.
Érase una vez un pescador y su hijo de quince años de edad. Ambos partieron de Thorshavn en un bote de remos. El barco naufragó en las costas de Wagø durante una tormenta y el niño fue arrojado hacia los arrecifes. Un joven marinero lo vio, se zambulló en las olas y nadó hacia él. Luego de rescatarlo, lo depositó sobre las rocas, levantó el cuerpo semi-inconsciente en su regazo y lo sostuvo entre sus brazos. Entonces el niño abrió los ojos. "



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