Las experiencias del deseo. Eros y Misos (fragmento)Jesús Ferrero
Las experiencias del deseo. Eros y Misos (fragmento)

"En una ocasión, cuando regresaba a Madrid tras haber pasado una temporada en China, un automóvil estuvo a punto de matarme cuando ya me hallaba a unos pasos de mi casa. En China había estado recorriendo carreteras imposibles con chóferes temerarios, había deambulado por riscos y montañas, me había sometido queriendo o sin querer a más de un peligro y no me había ocurrido nada. Y de pronto, cuando ya estaba en mi calle y a punto de llegar a casa, cuando todo a mi alrededor era la cifra de la seguridad y la familiaridad, cruzo imprudentemente la calzada y veo que un coche se abalanza hacia mí, tuerce desesperadamente y, casi rozándome, se precipita hacia la cuneta evitando el impacto.
Unos segundos después vi desaparecer el coche tras las arboledas de la avenida de las Islas Filipinas y seguí hasta mi casa. Nada. Pasé aquella noche pensando en el destino.
¿El destino no era lo que se imponía como dirección al margen de la voluntad? Dicho en otras palabras: ¿no era la parte de nosotros que entraba en una maquinaria que nos excedía y que determinaba los hechos fundamentales de nuestra vida? ¿Esa maquinaria tenía algún significado? Probablemente no, pero sí que parecía tener una dirección (y de hecho eso es lo que significa destino), como tenían una dirección nuestros fantasmas, y que procuraban imponerla le gustase o no a nuestra voluntad.
De modo que el destino era exterioridad, pero también era interioridad. Era el cosmos, y era también el yo. Aunque todo lo que pudiera pensar sobre la Moira lo expresaba mejor un epitafio de la Antología Palatina (en el que probablemente se había inspirado Eliot para su poema Muerte por agua) y entré a la biblioteca para leerlo. "



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