La Guerra Civil española (fragmento)Ludwig Renn
La Guerra Civil española (fragmento)

"Hans y yo fuimos a la casa donde nos alojábamos y nos sentamos a la mesa camilla con el brasero. Una lámpara de aceite que arrojaba una luz mate con la que no podíamos estudiar el mapa colgaba sobre nosotros.
El escribiente de la brigada apareció más tarde. Con ayuda del alcalde había logrado encontrar alojamiento para que nuestro Estado Mayor pasara la noche. No había sitio para todos en la misma casa, de manera que no podíamos irnos a acostar antes de que llegaran noticias de todos los batallones. Por la mañana, tendríamos que encontrar un lugar adecuado.
Justo después de la medianoche, llegó el teniente coronel Alberti desde la posición del «Edgar André». No estaba satisfecho y se quejaba del desorden de haberse desplegado a oscuras. Un rato después, llegó Kluger mojado y sucio. Tuvimos que esperar más para tener alguna noticia del «Thälmann». En medio de la oscuridad, les había resultado imposible orientarse en el bosque. Algunos pelotones se habían perdido, e incluso toda una compañía. Seguramente, la volverían a encontrar cuando se hiciera de día.
Ya no nos quedaba nada por hacer. Nos dimos las buenas noches y abandonamos la rancia salita de estar con su brasero bajo la mesa. Fuera hacía una noche impenetrable y húmeda.
El 10 de marzo amaneció lluvioso y gris, pero el viento había amainado. Nos fuimos a buscar un puesto de mando avanzado. En la carretera principal, no había ningún lugar con buena visión. Por eso, buscamos algún lugar en la carretera secundaria que unía Torija y Brihuega. Allí encontramos un promontorio uniforme desde el que había una Buenavista del bosque y, sobre todo, de una gran extensión de la carretera Madrid–Zaragoza, que quedaba a nuestra izquierda.
Mientras tanto, había llegado la XII Brigada. Se desplegó a nuestra derecha hacia el extremo de la llanura. Cada una de nuestras brigadas tenía que cubrir una extensión de cinco kilómetros. Había al menos una división italiana, presuntamente con una segunda de reserva detrás, situada frente a nuestras brigadas. Regresé a Torija para ocuparme de buscar un sitio donde alojar nuestro Estado Mayor. Avanzaba con dificultad por la carretera angosta porque estaba llena de civiles cargando camiones que estaban allí parados con todo tipo de enseres. El Gobierno había ordenado la evacuación del pueblo. Se temía que lo tomaran los fascistas.
Mientras buscábamos al escribiente de la brigada, nos topamos con una plaza en la que se alzaban las ruinas de un castillo con su torre medio desmoronada. A su izquierda, había una casa de aspecto agradable con una escalera doble. La familia que habitaba en ella también había tenido que evacuar. "



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