Lucía Miranda (fragmento) "Esta carta dada a un fiel servidor, el que llevaba el preciso encargo de buscar al valeroso Hurtado, y entregarle la carta donde le encontrara, y si era sorprendido por los bárbaros, tragársela antes que cayera en las manos del cacique. Mangora empezaba a sospechar de las falsas promesas de la cristiana, y vigilaba con sus indios el fuerte de los españoles. El hombre que enviara Lucía fue tomado por los espías del cacique y conducido a su presencia. El fiel soldado según las instrucciones de su señora, debía tragarse primero el papel antes que permitir cayese en poder del salvaje; pero habiendo sido boleado su caballo, cayó, y dando su cabeza en el tronco de un árbol, quedó sin sentido. Lo registran, le sacan la carta y lo llevan a la presencia del cacique. Desesperado Mangora al saber que todo el amor de Lucía no era más que una astucia para dar tiempo a que volviera su marido, juró, devorado por los celos, vengar en los españoles este ultraje, dándoles un ataque nocturno, valiéndose de una emboscada, y apoderarse de la astuta cristiana. Todas las nobles pasiones del cacique, todo su caballeresco proceder, todo cuanto noble y delicado tiene el hombre, desapareció dominado por esa pasión fulminante e indómita que se llama amor. Revolcándose en su estera, daba espantosos alaridos, llamaba a la española con los nombres más cariñosos que había aprendido de Lucía, mas después, volviendo de su delirio, la rechazaba, la llenaba de imprecaciones en su lengua indiana, y saliendo despavorido, vagaba como un loco por las selvas. Para algunos pueblos ha sido una fatalidad la hermosura de una mujer. Una mujer hermosa trajo la desgracia a los griegos. Lucía fue la Elena de los españoles. Si hubieran de hacerse otras conquistas, se había de prohibir a los expedicionarios por una real orden, llevaran a los países conquistados mujeres hermosas. Para llevar a cabo el cacique su propósito de venganza, llama a su hermano Siripo, le manifiesta su plan, el cual se reducía a engañar a los de la fortaleza con demostraciones de amistad y cariño. Siripo, no queriendo tener a los españoles por enemigos, desaprueba el plan de su hermano, y hace todo cuanto puede para disuadirle de tan odioso intento. Después de una porfiada disputa en que Siripo manifestó las razones que tenía para oponerse al proyecto de su hermano; por último, a fin de huir la nota de cobarde, la perdición de los españoles menos, de Lucía, quedó entre ambos decretada. " epdlp.com |