Ordesa (fragmento)Manuel Vilas
Ordesa (fragmento)

"Después de mi divorcio (ocurrido hace un año, aunque nunca se sabe muy bien el tiempo, porque no es una fecha, sino un proceso, aunque oficialmente sea una fecha; a efectos judiciales tal vez sea un día concreto; en cualquier caso, habría que tener en cuenta muchas fechas significativas: la primera vez que lo piensas, la segunda vez, el amontonamiento de las veces, la próspera adquisición de hechos llenos de desavenencias y discusiones y tristezas que van apuntalando lo pensado, y por fin la marcha de tu casa, y la marcha es tal vez la que precipita la cascada de acontecimientos que acaban en un taxativo acontecimiento judicial, que parece el fin desde el punto de vista legal; pues es el punto de vista legal casi una brújula en el despeñadero, una ciencia, en tanto en cuanto necesitamos una ciencia que dé racionalidad, un principio de certeza) me convertí en el hombre que ya había sido muchos años atrás, es decir, tuve que comprar una fregona y un cepillo, y productos de limpieza, muchos productos de limpieza.
El conserje del bloque de apartamentos estaba en la puerta. Hemos hablado un poco. Algo relacionado con un partido de fútbol. Yo también pienso en la vida de la gente. El conserje es de raza oriental, aunque su nacionalidad es ecuatoriana. Lleva mucho tiempo en España, no se acuerda de Ecuador. Yo sé que, en el fondo, envidia mi apartamento. Por muy mal que te vaya en la vida, siempre hay alguien que te envidia. Es una especie de sarcasmo cósmico.
Mi hijo me ha ayudado a limpiar la casa. Había un montón de correspondencia amontonada, llena de polvo. Cogías un sobre y notabas esa sensación mugrienta que deja el polvo, casi a punto de ser tierra, sobre las yemas de tus dedos.
Había desvaídas cartas de amor antiguo, inocentes y tiernas cartas de juventud, las cartas de la madre de mi hijo y de quien fue mi mujer. Le he dicho a mi hijo que pusiera eso en el cajón de recuerdos. Hemos puesto allí también fotos de mi padre y una cartera de mi madre. Una especie de cementerio de la memoria. No he querido, o no he podido, detener la mirada ante esos objetos. Los he tocado con amor, y con dolor. "



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