Un viaje por Rusia (fragmento)Laurent van der Post
Un viaje por Rusia (fragmento)

"Entonces comprendí que no se trataba de un juego. El guía me estaba advirtiendo a su manera. Y, por primera vez en mi viaje, me sentí intranquilo. Cuando, más tarde, algunos corresponsales extranjeros me dijeron, en Moscú, que los soviets tenían estacionados permanentemente en los grandes hoteles agentes de la Policía de Seguridad del Estado, involuntariamente recordé a este hombre. Y en los días siguientes había de ocurrir algo que, retrospectivamente, confirmó mis sospechas.
Al día siguiente volví a reunirme con aquel grupo de jóvenes amigos y pude hablar con más calma con el ingeniero. En cierto modo, era diferente a los otros y se movía entre ellos con la naturalidad y confianza de un dirigente. Cuando terminé de hablar con él, sabía ya que su padre era general del Ejército soviético y el hermano de su madre ocupaba un alto cargo en el Estado. A diferencia de él, su familia no venía ya al mar Negro. Preferían la extensa playa de la bahía de Riga, en el Báltico, y todos los veranos alquilaban un hotelito. Desde luego, el clima era allí variable y no tan bueno como el de las playas del mar Negro, pero tenía una estupenda arena y los baños resultaban muy agradables, aunque él prefería, según me dijo, un sol más fijo y más agua en la orilla, por lo cual iba siempre al mar Negro.
Si el clima de Riga era tan inseguro, le pregunté ¿por qué iba allí la gente?
Me sonrió con mucho agrado y me dijo que en las playas del mar Negro no había sitio para todos. Además — y vaciló antes de decírmelo lentamente ir a Riga era lo snobbish. Ésta era la primera vez en que alguien había dado un nombre en mi presencia a ese creciente fenómeno social.
Le felicité por su buen inglés y le pregunté cómo lo había aprendido tan bien.
Me dijo entonces que en su profesión, aparte de las asignaturas técnicas, todos tenían que aprender un idioma europeo: francés, alemán o inglés. La mayoría elegía el inglés, y me aseguró que ya muy cerca de los cinco millones de rusos hablaban inglés como segundo idioma.
Me contó cuánto se enseñan en Rusia los idiomas y que en las principales ciudades de la Unión Soviética tenían escuelas donde se enseñaba de todo, empezándose por los niños de los kindergarten, incluso el ruso, basándose en el idioma extranjero que sus padres habían elegido para ellos. Aquello me confirmó lo extraordinariamente objetivos que son los rusos, tan subjetivos en los demás aspectos, cuando se trata de adquirir conocimientos, sin reparar en el coste de ese aprendizaje en dinero, tiempo, esfuerzo u orgullo, para llegar a la meta que se han propuesto alcanzar.
Entonces, el joven ingeniero me preguntó cuánto ganaba yo. Se lo dije y, al mismo tiempo, traté de explicarle lo que nos restaban de nuestras ganancias en Inglaterra los impuestos y cuánto disminuían nuestros ahorros con los derechos reales. Aquello le horrorizó. En Rusia el impuesto sobre la renta era, todo lo más, del trece por ciento. Los derechos reales por transmisión testamentaria no existían. No sabía cómo sacaba dinero el Estado de otras maneras. Así como el Estado soviético controlaba todos los organismos de distribución y de aprovisionamiento, cuando necesitaba dinero no lo sacaba aumentando los impuestos, sino bajando los precios pagados a los productores o elevándolos en las tiendas pertenecientes al Estado, o por ambos procedimientos a la vez.
Mi joven amigo me dijo que le parecía ineficaz nuestro sistema de tributación porque las diferencias entre los pobres y los ricos eran, entre nosotros, muy grandes.
Antes de que pudiera explicarle a mi joven amigo cómo funciona lo que llamamos el Welfare State, otro muchacho comentó que era evidente que nuestro sistema no podía funcionar tan bien, pues, si no, no podíamos tener tantos millonarios como teníamos. "



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