Loxandra (fragmento)Maria Iordanidu
Loxandra (fragmento)

"Todo es lo mismo que en Makrojori, pero nada es igual.
Aquí también el vendedor de huevos es tártaro, el pescadero armenio y el panadero epirota.37 «¡Salep, salep!», pregona también aquí discretamente el vendedor de salep, y el marchante de menudillos también aquí es guego.38 El vendedor de keten helva es persa y vocea con la misma tonada que voceaba su marchante en Makrojori. Y, sin embargo, aquí te levantas con dolor de cabeza y al abrir la ventana no exclamas «¡Bendito sea Dios!». Y cuando cae la noche, lloras.
¡Qué triste es el crepúsculo en la ciudad!
Llegó el otoño y luego el invierno. Se encendieron las estufas, sólo que el brasero que desde siempre había ardido en la alcoba baja ahora está oxidado y triste en la bodega. Ha pasado de moda.
Los pasos del sereno arrullan por la noche a Loxandra, pero no se siente segura, porque las puertas no siempre están trancadas. No todo el mundo está acurrucado en su cama. Klío le pide con frecuencia a Tarnanás que la acompañe y sale a pasar la velada en casa de la tía Elenkaki o va con las hijas de Elenkaki y con Bébekas al teatro. En Pera las calles están llenas de gente hasta el amanecer. Aquí ni la noche es noche, ni el día es día. No sabes si estás en primavera o en otoño, se te olvidan las fiestas que se celebran a lo largo del año, porque tampoco hay huéspedes ya. También han pasado de moda. Apenas han llegado tus visitas, cuando ya se están yendo. No alcanzas a disfrutarlas. Ahora sí les da tiempo de volver a sus casas. Pero, además, ¿acaso hay espacio para que los huéspedes se queden a dormir?
La noche perdió su ferocidad y perdió la cama su dulzura. No hay patio de mármol en la casa, ni cisterna, ni pozo, ¡cómo iba a entrar, por lo menos por la noche, algún Güi-güitzís para asustarte aunque fuera mínimamente!
Menos mal que la casa de Elenkaki queda cerca. Si no, Loxandra ya se habría vuelto loca. "



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