El discípulo y Rafael (fragmento)Wilhelm Heinrich Wackenroder
El discípulo y Rafael (fragmento)

"En aquella época en que el Mundo, admirado, podía ver aún en vida a Rafael –él, cuyo nombre es difícil que salga de mi boca sin que lo llame instintivamente el divino–, en aquella época –¡oh, con qué satisfacción sacrificaría toda la prudencia y sabiduría de siglos posteriores con tal de haber vivido en esa centuria!–, en ese entonces, pues, vivía en una pequeña ciudad de la región florentina un joven que se ejercitaba en el arte de pintar y a quien llamaremos Antonio. Desde niño se sintió fuertemente atraído por la pintura y ya de muchacho copiaba asiduamente todas las imágenes que le caían en manos. Pero además de todos sus afanes perseverantes y su deseo férreo de producir alguna cosa excelente, lo caracterizaban una cierta timidez y limitación del espíritu, y siendo así las cosas, la planta del arte siempre ostenta un crecimiento reprimido y frágil y nunca puede elevarse hacia el cielo, libre y sanamente: ésta es una constelación desfavorable de las fuerzas anímicas que ya ha dado a luz a numerosos artistas a medias.
Antonio ya se había ejercitado en la imitación de diversos maestros de su época y había conseguido llegar a un punto tal que la semejanza de sus copias le daba un placer inmenso en tanto que le rendía exacta cuenta de sus progresos paulatinos. Finalmente, vio algunos dibujos y cuadros de Rafael; a menudo había oído pronunciar su nombre con grandes elogios y en seguida se puso a tomar como modelo los trabajos de este hombre altamente ensalzado. Pero cuando sus copias no le resultaban en absoluto y no sabía cuál era la causa, depuso impacientemente el pincel. "



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