He hecho un pastel para ti (fragmento)Mario Levi
He hecho un pastel para ti (fragmento)

"El hecho de que Ester, en medio de una discusión, con el grito de una mujer que sacaba por fin de dentro una verdad muy escondida, Igual que en esos momentos de estallido de las obras de teatro, le hubiera soltado a su hija pequeña, después de que ésta la tachara con gran resentimiento de egoísta y ambiciosa, que el matrimonio estaba lleno de momentos de soledad, que su marido, que parecía lleno de vida, llevaba muchos años sin interesarse por ella, que puede que incluso jamás lo hubiera hecho, y que el nacimiento de su hermana y el suyo habían sido consecuencia de sus escasos encuentros, era naturalmente significativo a la par que estremecedor. Si lo que había dicho era cierto, ¿por qué llevaba tantos años encerrada con ello en aquella habitación oculta y sin compartirlo con nadie? Ésta, al Igual que todas las verdaderas preguntas, podía conducir a otras preguntas. Y las respuestas quizá se quedaran cortas, o puede que no encontraran explicaciones convincentes. Pero el único sentimiento de cuya veracidad no se podía dudar era el de que Dina, a raíz de esta confesión, no pudiera evitar ver a sus padres, hiciera lo que hiciera, tras una cortina de decepción, eso estaba claro. Korin vivía ya en otra casa, en otra vida. Sólo con el tiempo comprendería que había quedado sumida en otros secretos estremecedores, aunque las verdades a las que la enfrentarían esos secretos en los que, de nuevo llegado el momento, podría penetrar sutilmente, no figuraban entre las verdades de aquellos días. En cambio sí que figuraba el peso que suponía acarrear con la injusticia que le hacía sentir la obsesión de tener que transportar ella sola la conmoción que le había generado el problema que llevaba años viviéndose entre sus padres. Hay que ver cómo nuestras propias casas podían convertirse en nuestros Infiernos, y las huellas de nuestro pasado, en nuestras heridas. Todo esto yo se lo oiría contar a Dina. En un momento en el que ella necesitaba charlar, no se me ha olvidado. Su hermana por fin había dejado de estar tan lejos. Ya podía hablar con ella. Yo me había enterado de esta historia en una de sus conversaciones. Mi papel de testigo era, una vez más, doloroso. Había vuelto a arrastrarme al seno de aquel silencio. Pero al menos podía oír. Estaba junta a ellas, sintiendo, con todos los significados posibles de sentir. Lo veía todo. Veía que algunas heridas, en el fondo, nunca se habían cerrado, que se habían pasado la vida infligiendo su dolor. "


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