Los testigos (fragmento)William Samson
Los testigos (fragmento)

"Pero la superficie de este pantano no es de turba negra: es un baldío de granos de café malolientes. Los granos de café cayeron de sus bolsas rotas y yacen encenagados en montículos por decenas de metros a la redonda. Han estado ardiendo, porque hubo un incendio, y el depósito que alguna vez los contuvo se ha derrumbado muchas horas antes. Unos pocos ladrillos y extraños promontorios de albañilería rota emergen a intervalos de este pantano marrón de granos humeantes. Los bomberos han logrado aplacar la primera furia del fuego, pero se esperan otros momentos de peligro. Porque dentro de esos montículos y dunas de color marrón todavía hay, escondidos, profundos e impredecibles, nidos de fuego, feroces rescoldos que corroen su camino hacia la superficie, mientras su calor oculto germina y multiplica los esfuerzos para entrar en erupción. Los bomberos continúan lanzando un incesante chorro de agua sobre los peligrosos montículos. Cuando el agua los inunda, sube una nube de vapor que se mezcla con el humo y teje una densa niebla que opaca el aire.
Por encima del pantano, un bombero parece flotar suspendido en la niebla. Si alguien estuviera debajo de él mirando hacia arriba, lo creería cabalgando el vapor mismo, aprisionando entre sus rodillas cubiertas de hule la nube blanca de agua.
Pero esa es la ilusión del vapor y el humo, porque en realidad el bombero está encaramado a una pared a medias derrumbada, oculta tras el blanco velo. A medida que la niebla se disipa, vemos parte de la pared. Tiene unos siete metros de altura, por lo que el asiento del bombero es precario; el bombero dirige el chorro de la manguera hacia los granos de café, trazando aquí y allá círculos concéntricos, mientras el humo le indica los sectores en donde aún subyace el fuego. La manguera es pesada, la presión del agua ha alcanzado el nivel máximo que el bombero puede resistir. Ante el menor inconveniente, el bombero podría caer de la pared a ese terrible infierno de granos de café hirvientes, o podría romperse la cabeza entre los escombros contra la punta de una piedra. Por eso aprisiona con mucho cuidado los bordes de la pared entre sus piernas. "



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