Madrid, de corte a checa (fragmento)Agustín de Foxá
Madrid, de corte a checa (fragmento)

"Tengo que preparar un discurso. -Ya estaba Garcerán arreglando unos papeles en el despacho. Y gordo, ruidoso, alegre como un torrente, entró Agustín Aznar. Alborotaba en el vestíbulo. Llevaba una gran pistola en el bolsillo de la americana. José Antonio se lo presentó. -Con lo gordo que está, batiéndose parece un ángel. Se despidió José Félix. -Bueno, hasta otro día, y muchas gracias. A partir de aquella noche empezó a tratar a José Antonio y a deslumbrarse por su gallardía. Sentía en su vida una transformación que le ennoblecía. -Nuestro jefe es Amadis de Gaula -decía Montes. Y era verdad. Porque era joven, decidido y poeta, y tenía una prestancia varonil que deslumbraba a las afiliadas a la Sección Femenina. Era épico y lírico, de ojos claros y ligeramente tristes. Unía la ternura al ímpetu de la lucha. José Félix recordaba una noche en el paseo de Recoletos. Iba comentando la más sutil esencia de un delicado poema de Juan Ramón Jiménez. De pronto se volvió. -Nos siguen. Cuando se quiso dar cuenta ya tenía encañonados a dos pistoleros. Comentaba con Pedro Otaño. -Lo mismo coge un matiz de Rabindranath Tagore, que le pega un tiro al lucero del alba. La amistad entre los dos se estrechaba en la común admiración al jefe. Pedro lo recordaba repartiendo el periódico en la acera roja del Bar Flor, en la Puerta del Sol, lloroso ante la arteria sin ligar de Montesinos, y triste en la avenida de cipreses del cementerio, el abrigo oscuro con el cuello levantado, diciendo en el viento frío de marzo, ante el ataúd negro del segundo caído: -Por última vez, Matías Montero Rodríguez: ¡Presente! Concluía: -Es un hombre. José Félix le acompañaba en sus excursiones. Iba con las chicas de San Esteban de Cañongo, Isabel Argüelles y Marichu Mora. En aquellos viajes, Rafael Sánchez Mazas hablaba de Florencia o de los poetas alejandrinos. "


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