Testimonio de dos guerras (fragmento)Manuel Tagüeña
Testimonio de dos guerras (fragmento)

"Mis enlaces me comunicaban lo que ocurría dentro de la ciudad. Mujeres que asaltaban depósitos de víveres y que insultaban a nuestros soldados, y otras que, como locas, buscaban medios de escapar de la ciudad. Un estado de tensión y de hostilidad se respiraba por todas partes. Con frecuencia se encontraban almacenes grandes y sitios de armamento y municiones que destruíamos cuando no era posible trasladarlos. Todos teníamos ahora pequeñas metralletas o “naranjeros”, como las denominábamos entonces, aunque su nombre oficial era “subfusil ametrallador”. Se fabricaban a miles en nuestra retaguardia, pero jamás llegó al frente ni una sola.
(…)
Nuestras unidades también retrocedían apresuradamente, y el enemigo, que con gran prudencia había estado acumulando sus fuerzas en el lindero de la ciudad, se lanzó hacia dentro en pequeñas columnas, precedidas de tanques, que rápidamente penetraron por las principales avenidas. Fueron minutos de tremenda confusión. Mientras por una calle entraban los conquistadores, aclamados por los gritos de sus simpatizantes, por la de al lado se retiraban nuestros maltrechos hombres, las piezas de artillería, los tanques, los blindados.
(…)
Por las carreteras huían más de medio millón de personas, de las cuales, una buena parte, eran oficiales y soldados desertores que no trataban ya de reincorporarse al frente, sino de alcanzar lo antes posible la frontera. Antón me aseguró que el Gobierno iba a hacer un gran esfuerzo para contener la avalancha, dejar pasar a los civiles, hombres, mujeres y niños, a los que se iba a evacuar a Francia, y obligar a los militares a regresar a las unidades que todavía se defendían. Nuestra misión consistía en retrasar el avance del enemigo e impedir que sus divisiones motorizadas penetrasen en cuña como cuchillos en la masa de fugitivos, lo que podría dar lugar a una espantosa catástrofe. "



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