Signos de Psique en el arte moderno y posmoderno (fragmento)Donald Kuspit
Signos de Psique en el arte moderno y posmoderno (fragmento)

"El nuevo arte ganó conversos para su nueva apariencia, no para el «viejo» significado que sin darse cuenta había descubierto. Ahora se hace claro el porqué de su tono desordenadamente vacilante (a medias malevolente, a medias congraciador) y por qué ese tono es la pista más importante que lleva a lo que fundamentalmente se hallaba en juego en la intención de hacer arte no objetivo: refleja no sólo el intento del arte de congraciarse con su público a través de sus supuestas modernidad y novedad -apelando a nuestras presuntas modernidad y novedad, a nuestro presunto feliz compromiso de vivir en el mundo nuevo y moderno-, sino también el deseo inconsciente tanto por parte del arte como de la audiencia de resistirse a esa misma modernidad y socavarla mediante la articulación de un olvidado sentido del yo «trascendente» y «absoluto». Pues la modernidad, con su mecanización del mundo e implícitamente del yo -su robotización del yo-, constituye inconscientemente una amenaza para la actividad artística o, mejor dicho, para el sentido de la identidad especial en el artista. El mundo moderno puede apoderarse del artista de un modo mucho más fácil y completo que cualquier otro mundo, incluido el mundo de la naturaleza; al artista le encanta participar simbólicamente en la dominación de la naturaleza por parte del mundo moderno mediante un estilo no objetivo y mecanizado, pero no seguir el estilo hasta la conclusión en una completa sumisión a ese mundo.
Mikhail Larionov y Natalya Goncharova escribieron: «Nosotros exclamamos: todo el brillante estilo de los tiempos modernos -nuestros pantalones, chaquetas, zapatos, trolebuses, coches, aviones, ferrocarriles y grandiosos barcos a vapor- es fascinante, es una gran época, como no se ha conocido otra igual en toda la historia universal». Pero tras el vértigo de su experiencia de la modernidad, también sintieron un deseo, como Larionov afirmó, de crear imágenes «de otro orden, ese orden suprarreal que el hombre debe siempre buscar, pero nunca encontrar, de modo que él aborde sendas de representación más sutiles y más espiritualizadas», más espiritualizadas incluso que las aportadas por el dinamismo moderno. Estas sendas eran más antiguas que las modernas. Larionov y Goncharova, como los demás no objetivistas, pasaron por el futurismo, con su creencia en el dinamismo moderno, para volver a la creencia en un arte eterno y de resonancias subjetivas. El dinamismo moderno exigía el cambio constante, la creación de una constante novedad, y se desconfió de él tanto como fue bienvenido; el yo no podía erigirse sobre él, porque el yo necesitaba una base «eterna». Esto es lo que los no objetivistas trataron de aportar. La no objetividad, esperaban, haría consciente la percepción inconsciente de la eternidad por parte del hombre, a través de formas no presentes ni en la naturaleza ni en la historia. "



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