Modernidad: La atracción de la herejía (fragmento)Peter Gay
Modernidad: La atracción de la herejía (fragmento)

"Ningún escrito sobre Frank Lloyd Wright ha dejado de prodigar elogios sobre la Casa de la Cascada, una de las residencias domésticas más extraordinarias, tal vez la más extraordinaria del siglo XX. No debe nada al pasado. Acaso toma algo del International Style que tanto aborrecía Wright, y muestra huellas de las obras anteriores del autor, como los enfáticos espacios horizontales y la gran sala de estar que fluye. Tal vez el rasgo más impresionante es la integración de la casa en el entorno, aspecto meticulosamente tratado en el proyecto. La Casa de la Cascada, como ha señalado Neil Levine, especialista en la arquitectura de Wright, «representa en última instancia el efecto acumulativo de la piedra, el agua, los árboles, las hojas, la niebla, las nubes y el cielo». Es una segunda residencia de tamaño medio, con tres habitaciones, construida sobre una cascada, con poderosos balcones voladizos que aportan a la casa la sensación de luminosidad y amplitud, pero, al mismo tiempo, realzan su intimidad. El drama concentrado de la Casa de la Cascada es imponente.
Su contrapunto público, el Museo Guggenheim, es un legado sumamente audaz, el más comentado de Wright. La propia declaración que hizo el autor en cuanto tuvo el encargo en el bolsillo, tenía el tono habitual: iba a ser el primer museo decente jamás construido. El edificio, que domina su entorno de la Quinta Avenida como una gran ostra obesa, ha dejado su impronta en los amantes del arte de los más diversos gustos. Naturalmente tuvo detractores desde el principio. A algunos les parecía una muestra de autobombo excéntrico; obligaba a los espectadores (según sostenían varios) a caminar por una rampa, contemplar cuadros que, al ser planos, chocaban con las paredes curvas, y a permanecer demasiado cerca de lo expuesto. Por lo que se refiere a la apariencia exterior, los detractores no aceptaban la redondez opulenta y giratoria del edificio, la única variación respecto de los sólidos rectángulos firmemente arraigados por toda la Quinta Avenida. No obstante, tras varias décadas dedicadas a acoger multitud de exposiciones temporales, además de la colección permanente, pese a todos los problemas el Guggenheim ha demostrado su viabilidad, tal vez gracias a la adaptabilidad de los visitantes de museos o, más probablemente, al genio moderno, inflexible, de Wright. Era, como ha señalado Ada Louise Huxtable en su perspicaz biografía, «un anacronismo fascinante, un visionario de talento y un romántico recalcitrante que producía diseños, planificación y conceptos estructurales que el siglo XXI todavía está absorbiendo». Era un supremo moderno felizmente enfrentado, desde su perspectiva, a todos los demás modernos. "



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